El primer capítulo de Looser serpentea su costumbrismo tragicómico a través de un ritmo fresco, repleto de referencias jugosas e interpretaciones rabiosamente amateur (lo que le confiere una verdad muy cruda). Pero, sobre todo, abre una ventana idónea para conocer el reverso de una generación obsesionada por subrayar sus luces y meter sus sombras debajo de la alfombra.
Me meo.