Un chico checo con un pollón enorme me estuvo taladrando el ojete toda una noche. Me lo dejó tan abierto que noté que se me iba a escapar por allí la digestión de una semana. Se lo dije para que parara... pero él insistió, quería más, que le ponía muy burro aquello de convertir su polla en un churro de chocolate.
Y sí, chocolate en su pollón, en las sábanas, en la cabecera de la cama y por el pasillo desde la habitación hasta el baño a donde yo salí huyendo.
Para mi el HORROR, pero él estaba poseído, queriendo seguir con la faena.
Mi mayor preocupación es qué iba a hacer con toda aquella ropa de cama sucia y malolioente (estaba en un hotel). La metí en remojo en la bañera y salí huyendo. No volví a la habitación en 2 días, 2 días que me tuve que buscar dónde pasar la noche siendo activo porque mi ojete no podía soportar más embistes.