Si Lynch ha vuelto a Twin Peaks es porque tiene una historia entre manos que vale la pena. No lo hace por el dinero, por exprimir el chollo de la nostalgia ni por fan service. Otra cosa son los motivos que tenga Showtime, aunque se les agradece que le hayan dado total libertad creativa. Cuando Lynch da en la diana es insuperable. Y cuando no, aún en sus películas menos buenas, siempre hay muchísimos aciertos y genialidades que hacen que sobresalgan.
Y luego está Mark Frost para aportar un poco de sensatez y sentido común y que esto no acabe siendo un Inland Empire de 18 horas.