Yo por empacho postnavideño --que me duró hasta bien entrado febrero-- me obligué a quitarme el alcohol por cuidar un poco el estómago y luego me di cuenta de que con la tontería me bebía unas 10 cervezas semanales (contando el finde, eso sí). Así que reducir todo lo posible me vino super bien para discriminar las birras que realmente me apetecían de las que me tomaba por tomar.