Entre otras cosas, porque la ética es en mucho una construcción social. Y porque, pese a los datos, solemos dar más importancia al mundo que pensamos que es, que al que realmente es. Nos tenemos, todos, en muy buena estima y consideración. ¿Cómo voy a estar equivocado? ¿Cómo va a ser el mundo en realidad distinto a cómo lo percibo? Los privilegios de los que gozo por mi clase, no los distingo como algo circunstancial: si soy capaz de pagar la atención médica que necesito, ¿cómo no va a poder hacerlo cualquier otro?