Ya no es que parezca una broma, es que una puñetera ruindad. Darle dinero a una cadena privada, por un acuerdo aparentemente buenrollista, para inflar de mala comida a los niños que no se la pueden permitir. Pedazo de cabrona, recontrata a la empresa de cátering cuyo contrato has suspendido de momento, y que ellos hagan la comida con los criterios de salud que se precisan.