Ojalá desnacionalizar el Estado.
El esquema mental del Estado-nación que legitima el poder político partiendo de una hipotética identidad común era ya problemático en su momento cuando fue aliado circunstancial del liberalismo para romper con el antiguo régimen.
Hoy en día, ya no es que sea problemático, es que es anacrónico. Persisten los problemas de siempre (la nación es una, los que se identifican con otra dentro del mismo territorio se ven excluídos o intentan constituirse como Estado-nación), pero se suma a que hoy el filtro nacional ya no explica una miaja de la realidad: la intensificación de los flujos migratorios y la internacionalización han hecho añicos la supuesta homogeneidad cultural de la "nación"; y han cobrado relevancia elementos que aportan mucho más a la construcción de la identidad que el de la nación (clase, ideología, género, orientación sexual, etc.).