ERC tiene una tendencia innata a la autodestrucción y a autosabotearse. Lo lleva en sus genes.
A eso hay que sumarle que hoy por hoy es un partido rehén de la neoconvergencia y su horda de tuiteros hiperventilados. En la Cataluña processista que a uno lo tilden de botifler o colaboracionista con España puede suponer un auténtico drama. Y a eso juegan tanto JxCat como ERC. El trasfondo real aquí son unas hipotéticas elecciones catalanas y ver cuál es el primer partido independentista en votos. Una lucha de poder, vamos. Las pandemias, los infectados y los muertos ya si eso, luego...