Lo voy a agradecer en el gym, me asfixiaré un poco menos y ya no tendré motivos para desear la muerte a las que se creen que la función de la mascarilla es sostener la papada.
Eso sí, voy a llevar peor el dar con conocidos en la calle y tener que saludarlos porque ya no vivo en una distopia de androides sin rasgos. Aunque en realidad esto último no es nuevo.