Me cabe en la cabeza que para alguien habituado a empuñar un arma, o al menos a no verlas como algo totalmente marciano, sino cotidiano, se ponga a jugar con ella y haga la tontada de cogerla y hacer "¡pum!, ¡pum!" antes de darse cuenta de que las balas que lleva son de verdad. Pero qué narices hace un arma cargada con balas de verdad sin control ninguno.