El tema de colores corporativos me da tirria. Es como si diez años después de dejar el IKEA me siguiera vistiendo de amarillo pollo y azul de Prusia. No, tía, no.
Es cierto que las zapas llevan colorinchi como para provocar un brote epiléptico a un daltónico, pero también que son "los colores de la casa" y les haces la publi pagando encima. Quitando ese detalle neoliberal, me parecen resultonas.