Es una cuestión complicada, pero un triunfo político no beneficia en absoluto al festival. Durante décadas se lo ha desprestigiado a costa del "es todo política" -una cruz con la que carga Eurovisión (y los eurofans, ya puestos) desde hace décadas.
La última vez que asomó la sombra de una victoria política, que yo recuerde, fue con Jamala. Y aunque 1944 me flipa, pienso que su victoria no fue positiva para el festival. A Eurovisión lo que le conviene son victorias rotundas, incontestables, con canciones que luego mantengan el recorrido en su circuito correspondiente -Euphoria, Heroes, Amar Pelos Dois, Arcade. Si en 2016 hubiese ganado Dami Im y no Jamala, habría habido acuerdo social, titulares por lo noticioso de que ganase Australia, y probablemente la canción habría sonado muchísimo más.
Tengo fe en los jurados este año: nunca antes había sido tan necesario equilibrar la voluntad popular con criterios estrictamente artísticos. Luego ya sabemos como funciona -y falla- el voto del jurado, pero pienso que sólo con que el 50% de los países sean rigurosos con esto, los Kalush Orchestra no deberían oler el top3.