Me da una pena tremenda lo de Islandia. En el sentido exclusivamente musical, la canción de Bashar Murad no la veía como winning material del ESC pero fue conquistándome con las escuchas (la parte del humming es adictiva), especialmente la versión islandesa.
Pensando en el contexto, me parecía una acción coherente, por parte de un país que ha apoyado de forma consistente al pueblo palestino, y un artista con fuertes lazos con dicho país (gracias al ESC), que se había presentado a la preselección antes de que estallara la situación actual (y si no me equivoco, en años anteriores tambien). El boicot es una forma válida de protesta, pero ceder una plataforma de comunicación como esta a voces de personas a las que los medios deshumanizan constantemente, es también una manera más que correcta de ayudar o tomar responsabilidad.
Hace unos días volví a ver el documental A Song Called Hate (está en filmin) que relata el periplo de los Hatari en Israel, y en el que sale Bashar. A parte de esto, es una hermosa reflexión sobre arte, política y el papel de los artistas, y no puedo parar de recomendarlo.