Hablando de mareos, me pasó una vez algo de eso...
Hará un par de veranos Amador asistió a la boda de su primo. El banquete del evento tuvo lugar por la noche, en un hotel bastante lujoso de su ciudad natal. Todo transcurría con normalidad, la ceremonia estuvo correcta, la cena se hizo de rogar y los invitados lucían sus mejores galas. Llegó la turno de las copas y el baile. Amador no se sentía muy cómodo bailando y decidió quedarse solo en su mesa disfrutando de la bebida. Tras el segundo o tercer cubata, sintió que alguien se sentaba a su lado. Dirigió la mirada a su acompañante. Era el nuevo novio de su tía, un cuarentón de procedencia caribeña, más tarde supo que era puertorriqueño. Empezaron a hablar, el hombre era bastante agradable, la conversación fluía muy bien, igual que el alcohol por sus gargantas. Al rato una mujer se acercó a la mesa, era la tía de Amador. Con un gesto de dolor pidió a su pareja que le hiciese el favor de subir a su habitación, ambos se hospedaban en aquel hotel, a por unos zapatos sin tacón, quería seguir en la pista de baile pero aquellos taconazos que calzaba estaban destrozándole los talones.
El hombre aceptó la propuesta y se levantó de la mesa no sin antes preguntarle a Amador si le acompañaba. El chico no vio inconveniente y le siguió. Al ponerse en pie Amador notó de golpe el efecto de las copas sobre su cuerpo, trastabillo un poco, pero se mantuvo en pie y continuó su camino.
Continuaron el animado diálogo hasta que llegaron a la habitación de su tía.
El hombretón caribeño abrió la puerta y invitó a Amador a entrar. Era una habitación amplia con una gran cama de matrimonio. El novio de su tía cerró la puerta tras él. Se hizo el silencio, ninguno se movía. Amador se giró y miró al hombre. Este le devolvió la mirada y en un rápido movimiento se abalanzó sobre él. Amador no supo que decir, el hombre le puso la mano sobre la boca, no quería que hablase.
No pasa nada.-dijo el caribeño.
Se tiraron sobre la cama y comenzaron a besarse. El caribeño se bajó los pantalones y dejó asomar un tremendo pollón, empalmado como el tronco de una palmera. Amador hizo lo mismo y comenzaron a follarse super fuerte.
Estaba tan borracho que se dejaba llevar. Empezó a notar como su cabeza daba vueltas y el clímax llega sin avisar, no pudo aguantar, se dió la vuelta y se corrió sobre la cara del novio de su tía. La sensación es tan fuerte que perdió totalmente el control, se le nubló la vista y cayó sobre la cama totalmente mareado.
Amador abrió los ojos, estaba totalmente confundido, con el cuerpo bañado en sudor. Se incorporó lentamente y vió a su tía y al novio. La mujer le pregunto como se encontraba, le dijo que bien, que un poco desubicado. Dirigió la mirada al hombre caribeño, este le devolvió un gesto como de que allí no había pasado nada. Al parecer le había contado a la tía de Amador que su sobrino perdió el conocimiento mientras él buscaba los zapatos.
Salieron y cerraron la puerta de la habitación, dejando atrás una historia que no saldría de entre aquellas paredes.