En casa de mis padres había un falso panel de madera que cubría la mitad inferior de las paredes. Detrás vivían las cucarachas en plan Marina D'Or. Eran muy habituales en casa, vaya. Una mañana, de adolescente, me vestí con el mismo polo que había llevado el día anterior y que había dejado a los pies de la cama hecho un muruño.
Ya en clase empezó a picarme la espalda. Había dos.