Boyero en el Pais:
Nadie duda de la proteica capacidad de Madonna para vender con éxito su eternamente renovada imagen, convertir en noticia sus estratégicos gestos, haber creado un estilo, generar modas e imitaciones, vender discos y llenar estadios. Pero tantas confirmadas virtudes no garantizan que también esté dotada para crear ficciones detrás de la cámara. Ignoro si W. E., que así se titula el relamido, cursi y megapijo engendro que acaba de presentar en la Mostra, era un proyecto de Madonna anterior a que se rodara la notable El discurso del rey, pero curiosamente ambas se ocupan de la misma y distinguida familia. Madonna describe de pasada al rey tartamudo que logró, con la ayuda de un logopeda, hacerse entender entre sus súbditos. Lo que le interesa a ella es contar la incombustible historia de amor entre el hermano de este y Wallis Simpson.
Este romance tan sofisticado y ardiente, por el que el rey Eduardo VIII tuvo que abdicar del trono de Inglaterra, se alterna paralelamente con el éxtasis que siente una mujer casada e infeliz ante la lírica historia de la plebeya divorciada y el príncipe valiente, con sus obsesionadas visitas al museo donde se exponen las pertenencias y la biografía sentimental de esa arriesgada pareja, antes de que estas sean subastadas en Sotheby's. Todo en esta boba película tiene pretensiones de diseño, incluida su exaltación del romanticismo. Los personajes son involuntarias caricaturas, las situaciones y el tono desprenden falsedad, su sentimentalismo es de cartón.