Bueno, pero es que si su música fuese (de momento) tan extravagante, hoy nadie conocería a Lady Gaga, exceptuando los cuatro gatos que entramos aquí.
Para triunfar a lo grande y convertirse en una megastar hay que llegar al vulgo, que no entiende de extravagancias musicales (No me metáis a Adele, porque ni es extravagante, ni es una megaestrella. Su éxito se debe simplemente al efecto contraste, aunque también se podría decir que le pasó algo parecido a Gaga, tras sufrir una década plagada de expresidiarios rapeando y zorrillas clónicas moviendo el culo).
Luego, cuando uno ya está asentado profesionalmente, se puede permitir ciertas licencias. Gaga, obviamente, todavía no está en ese punto.