Me echaron cual perra.
Yo, que soy la persona más pacÃfica del mundo. Pero una de las que cobraban a la entrada se quiso pasar de lista conmigo, vacilándome. Y se llevó su ración de ataque-veneno, con más o menos gracia.
Me oyó y cuando llegué al cÃrculo y me dignaba a hacer mi entrada triunfal en la pista a lo Miss Guaynabo City, me agarraron dos señores que me invitaron a salir. Y aún querÃan que les devolviera las copas que acababa de comprar. Por ahà sà que no paso. Luego intenté volver a entrar con unas chicas de la cola que me cambiaron la sudadera, y una me cogió de la mano. Tengo que reconocer que tuvieron su gracia porque me dejaron entrar otra vez casi a las escaleras, pero me abrieron la valla muy amablemente y ya supe que era imposible.
Yo tenÃa la razón; ella, a los seguratas.