¿Qué pasaría si un chico de los suburbios de South London creciera escuchando a Michael Jackson, tuviera un gusto por los arreglos de cuerda como Patrick Wolf, la garganta de Justin Timberlake y Thom Yorke, la obsesión por hyper ballads à la Björk y el elegante y melancólico sentido de la electrónica de Junior Boys?