Probablemente nunca en tu vida esperaras terminar repitiendo hasta la saciedad frases anti-«sing along» del tipo «llevar navaja siempre es conveniente» o «Jesús ordena flequillo Cleopatra», pero si te pasó cuando Triángulo de amor bizarro publicaron su debut, apúntate «si insistes, mejor te cortas las venas, que después yo lo limpio», «es como un río de agua viva» y sobre todo «transfusión no es canibalismo». Si no sabes de lo que hablamos, no sabes lo que te estás perdiendo.
Triángulo de amor bizarro han sufrido mucho para llegar a su segundo disco, pero han conseguido como mínimo igualarlo y muy probablemente superarlo. La primera escucha deja cierto sabor de decepción porque es claro que el grupo no ha tirado por los caminos abiertos por sus dos mejores temas, que nunca fueron singles, ‘Mal como efecto de la voluntad’ y ‘El fantasma de la transición’. Este tipo de teclados tan envolvente no encuentra sitio en ‘Año santo’, pero da igual porque Rodrigo e Isa han conseguido transmitir lo mismo con otros recursos, evolucionando.
Estamos ante un disco más ruidoso, de voces en ocasiones completamente ahogadas, bastante próximo a The Smell y a HEALTH, con temas que son un auténtico tiro, como ‘El radar al servicio de los magos’. Pero Triángulo evitan quedarse en la mímesis de lo que hacen los grupos extranjeros porque lo suyo es indisociable de sus letras, que podéis leer en medio de un caos muy oportuno en el libreto del álbum. Son tan habituales las referencias religiosas y políticas que llegas a creer que son ellos y no Nudozurdo los que se han fotografiado en El Valle de los Caídos. Monarquías, criptocracias, monaguillos y catequistas protagonizan unas canciones a las que ponen un punto de perversión que hasta es incómodo que resulte tan excitante. «Niña, ten cuidado con lo que te ofrecen», canta él en ‘La malicia de las especies protegidas’. «Dame con un palo en la frente y arreglas esto como hacen los caballeros», canta ella en ‘El culto al cargo, o cómo hacer llegar el objeto maravilloso’.
Todos los temas que tocan interesan y lo hacen desde un punto de vista o por lo menos de forma original: el amor enfermizo en ‘Súper Castlevania IV’ («no me importa que no me quiera, yo la quiero por los dos»), la adolescencia y el odio en ‘Muchos blancos en todos los mapas’, por supuesto la muerte («aunque la vida es muy larga, es deprimente que no haya nada más») con un plus de modernidad de regalo. En ‘Baile de los caídos’, que parece una canción contra alguien que no les cae muy bien, bromean sobre «las listas de puerta de los artistas medio conocidos». La pera limonera es terminar el disco con ‘Año santo’, una posible parodia del clásico popular religioso ‘Yo tengo un gozo en el alma’ (atentos a la letra).
Es genial que un grupo culmine un tema llamado ‘Amigos del género humano’ repitiendo «transfusión no es canibalismo», pero lo mejor es la música que acompaña, en esta pista o en ‘El culto al cargo’ (esta en plan kraut muy a lo ‘Third‘), llevándote a querer subir el volumen en los últimos segundos de las canciones y a repetir tu parte favorita veinte veces seguidas. Literalmente.
Calificación: 9/10
Lo mejor: ‘Amigos del género humano’, ‘El radar al servicio de los magos’, ‘Año santo’
Te gustará si te gustan: HEALTH, Portishead, Surfin’ Bichos y las letras para ti son muy importantes
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