Versus: 7 Vidas

Este domingo ‘7 vidas’ emitirá en directo su capítulo número 200. Se está intentando que todos los actores míticos (Javier Cámara, Paz Vega, Blanca Portillo, Santi Millán, Toni Cantó, Carmen Machi…) intervengan junto a los personajes que aún siguen en la serie. Cuando esta temporada la audiencia parece haberla abandonado (apenas llega al 20%), nos preguntamos si el formato está acabado, nunca fue gran cosa o aún puede ofrecer cosas interesantes.

7 vidas sí
‘7 vidas’ es una de las pocas series españolas originales, ácidas e irreverentes que hemos conocido. Puede que no viva su mejor momento, pero quizá se deba al gran número de personajes nuevos de esta temporada. Recordemos que la primera temporada de Anabel Alonso no fue su mejor, ni la primera de Carmen Machi fue su mejor, ni tampoco la de María Pujalte, ni siquiera la de Blanca Portillo. Sus tramas han ido siempre afilándose poco a poco, quizás por lo friqui de su cásting. No hay familia en ‘7 vidas’, ni al modo ‘Médico de familia’ ni siquiera al modo ‘Roseanne’. En su lugar hemos conocido a una lesbiana fracasada que parece trabajar en ‘Ana y los 7’ y vive con una vieja comunista, a un frutero machista ridiculizado hasta el extremo o a un bobo que es tan bobo que es fan de Bisbal. La serie no se compone de capítulos de ‘Vecinos’ extendidos hasta las dos horas, ni vemos hospitales, ni crímenes, ni culebrones. Pero sí borracheras, conciertos, marihuana, pastillas para estudiar, chistes sobre Fraga, Llamazares, Alfonso Guerra… ‘7 vidas’ es simplemente lo más parecido que hemos tenido a una «sitcom» sin autocensurar, bien adaptada a nuestro entorno social. Supervago

7 vidas no
A ‘7 vidas’ le sucede lo que a todas las «sitcoms» que llevan más de cinco años en antena: todo decae. Le pasó a ‘Cheers’, a ‘Roseanne’ y hasta a la inspiración más directa de ‘7 Vidas’ (que muchos apreciamos más bien como plagio, sobre todo al principio), ‘Friends’. Esta serie llega a su capítulo 200 con solo un personaje del reparto original, Sole, y con los chistes más sobados y menos recurrentes que nos podíamos imaginar. Las gracias se reducen a comparaciones (“pon la calefacción que tengo los pezones que podría colgar un albornoz de ellos”, “a ver si ligo que se me están borrando las huellas dactilares”, etc) casi siempre con connotaciones sexuales y que se meten con calzador en las conversaciones. Los personajes son auténticos bufones: el facherío del Frutero ya está tan llevado a un extremo que ni sorprende; el patetismo de Gonzalo, antes tan enternecedor, ahora es pesado. Las fórmulas se agotan, y ‘7 Vidas’ ya ha agotado la suya con creces. Propongo un apoteósico final con su capítulo 200 para que se despidan con dignidad y dejando un buen sabor de boca, antes de que terminen contratando a Carmen de Mairena como nuevo fichaje estrella para levantar la audiencia. Patata

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