Dover / Follow The City Lights

Superado el shock inicial de las primeras escuchas de ‘Let Me Out’, por fin ha llegado el momento de desgranar ‘Follow The City Lights’, el nuevo álbum de Dover cuya publicación está programada para este mismo lunes. Y menuda sorpresa, señores, ya que pocas veces un cambio de sonido (por no decir de chaqueta) tan radical ha sentado así de bien. Una cosa está clara: los fans greñosos de toda la vida ya pueden ir cortándose el pelo y comprando gafitas de pasta si quieren sentirse cómodos en los futuros conciertos… y es que cuando los modernos se adueñan y encaprichan con algo, ya no hay forma de hacer que lo suelten. Avisados quedan.

Con 33 escasos minutos de duración (que ni que fueran los Strokes estafando con su primer disco), ‘Follow The City Lights’ abre con el ya trillado ‘Let Me Out’ –por cierto, el tema más largo de todo el disco-. Una inteligente decisión que nos predispone a escuchar sin prejuicios el resto de temas. ‘Do Ya’ es el nombre del segundo corte cuya inspiración Franz Ferdinand sólo se deja ver en el propio título, ya que su sonido sigue anclado en el ‘Let Me Out’. Bueno, en realidad todo el disco suena bastante parecido y uniforme, lo que todavía no sé si es bueno o malo.

Como en el ‘Confessions on a dancefloor’ de Madonna, la tercera canción es una de las más potentes y petardas. Es más, al igual que ‘Sorry’, este ‘Keep On Moving’ se perfila como el mejor segundo single que pueden sacar los Dover. Y no son figuraciones de un loco por la viejuna, ya que los propios componentes del grupo se han reconocido como fervientes seguidores de la cantante en sus recientes entrevistas. Así que ya que copian, ¿por qué no hacerlo de una de las grandes?

‘Salvation’ y ‘You & Me’ nos dan un descanso de varios minutos porque son las típicas composiciones repetitivas. Música de relleno que te da lo mismo escuchar que no. Vamos, como todo el nuevo disco de Álex Ubago. Menos mal que les sigue ‘Tonight’, una canción que promete hacernos bailar más de lo que nunca habríamos podido imaginar con el grupo. Para algo es el tema más electrónico de todo el álbum.

Y de repente, dos joyas indescriptibles consecutivas. La primera destaca por su nombre, ya que ‘Dear McCartney’ (y el título lo dice todo) es una balada cursi orquestada con música de programa infantil. La segunda joya, además de titularse ‘Madrid’ -motivo más que suficiente para alabarla- consigue hipnotizarnos hasta el punto de encontrarnos con el botón de repeat apretado una y otra vez sin tú quererlo ni entenderlo. Sobre todo porque no se lo merece.

Los últimos coletazos de diversión son por obra y gracia de ‘Denial’, ya que ‘Shine On Me’ es la típica lenta de despedida para que, como sentimos que nos ha sabido a poco la cosa, volvamos a poner el disco desde el principio. Y a empezar de nuevo con esta petardada innecesaria que, como tal, todos deberíamos tener. 8

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Publicado por
Claudio M. de Prado
Tags: dover