La película en sí es perfecta. Se trata, claro está, de una road movie, y todo en ella es hilarante: las escenas, los diálogos y sobre todo los continuos choques entre personajes. Steve Carell, el actor que encarna al tío, está simplemente sublime y su humor negro hace que, directamente, te desternilles en cada una de sus frases. El adolescente, por ejemplo, escribe en su libreta cosas como «Ve y abraza a Mamá» o «Por favor, no te suicides mientras duermo». Sorprende además ver lo fan de Nietzsche que es y cómo tiene incluso un póster de él en su habitación. Pero lo mejor de la película es que debajo de todas esas risas, se esconde un mensaje realmente triste: esa diferenciación que se hace en la sociedad -y no sólo en la norteamericana- entre ganadores y perdedores.
Hay otra cosa importante: la película carece de moralina, aunque hay una escena en la que crees que te van a soltar el típico speech dramático, cargado de moralejas filosóficas y lacrimógenas, pero no. Falsa alarma, porque al final se convierte en una escena más en la que terminas partiéndote de risa. Y por cierto, qué miedo esas niñas que se presentan a los concursos de belleza infantiles, que parecen barbies tamaño mini y que tienen madres jamelgas que suspiran por lo que ellas no pueden tener. Como siempre, a pesar de lo triste del mensaje final de la película, te das cuenta de que hay algo que es peor, y que encima es real. Si te aburrió el humor facilongo de ‘El diablo viste de Prada’, ‘Pequeña Miss Sunshine’ te encantará. 9,5.