Les Piqûres D’Araignées (2006): Inventado todo de momento, sólo queda el consuelo de que, en un disco, el single sea la pista 1 y te guste, la 3 sea tu favorita, la 9 te haga llorar, la 11 reír, las últimas te encanten y el resto te resulte más que agradable. Tras la primera desilusión del single, ‘Sous les avalanches’, por tonta, facilona y hasta un poco playera, no me apetecía escuchar ‘Les Piqûres D’Araignées’, tercer disco de Vincent Delerm (a pronunciar «Venson Delegm»), pero por suerte un concierto me animó y me he dado cuenta de que en su misma bobez reside su grandeza.
Amores que palidecen como el anuncio de una exposición a punto de cerrar en el Grand Palais, un pueblecito desde el que se divisa el Sena… y la propia vida de uno, mujeres que nunca tendrán las rodillas ni el vientre liso de una Miss, revistas que hablan de vivir 100 años y amores para compartir a tres bandas son algunas de las referencias divertidas pero amargas de Vincent, probablemente el mayor exponente de la chanson sesentera del momento, junto a Biolay.
No oculta el homenaje a Gainsbourg el divertido dueto con Neil Hannon de Divine Comedy (más que omnipresente en los últimos tiempos), en el que Vincent canta en inglés y Neil en francés, un impagable «He escuchado todas esas canciones francesas / no sabía lo que era una javanesa». Ahora sin pomposos arreglos de cuerda, la fuerza del disco reside en otros pilares: las melodías, a cual mejor de todas; pequeños detalles como los maravillosos coros femeninos de ‘Les Piqûres D’Araignées’ o ‘Ambroise Paré’; esas letras irónicas, ácidas y cotidianas que duelen desde el recuerdo de lo más banal (‘A Naples Il Y A Peu D’Endroits Pour S’Asseoir’); una despedida que evoca, triste, a las piernas de Steffi Graf o Gabriela Sabatini. Un disco ¡al fin! del que puede disfrutarse cada una de sus 13 pistas. Número 1 en ventas en Francia, por cierto. 9.
Vincent Delerm (2002): El primer disco de Vincent Delerm ya rezumaba ironía, infortunios y drama por todas partes. Normalmente acompañado por un piano y unas cuerdas que tendían a aparecer hacia el final de las canciones acentuando los efectos (‘L’heure du thé’), Vincent jugaba al cabaret (‘Tes parents’) o al jazz (‘Le Monologue Shakespearien’), pero siempre con la Francia de los 60 en el punto de mira. Muchas canciones son bromas en torno al minuto, otras (‘Châtenay Malabry’), verdaderos dramas de Año Nuevo. Al final, imposible no quedarse con esa imagen que sitúa al ser «querido» delante de la víbora de Gabón en el zoo. 9
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Kensington Square (2004): Abre el álbum la canción más celebrada de los conciertos de Vincent, ‘Les filles de 1973 ont trent ans’. Entre cuerdas más poderosas que nunca y referencias absurdas a lo que parecen haber sido sus conquistas (una que ha visto ‘Rain Man’ tres veces), uno no sabe si reír o llorar. Que es lo más normal, desde luego, cuando te acuerdas de algún/a ex. El segundo momento absolutamente imprescindible es un trío entre Vincent, Keren Ann y Dominique A, llamado ‘Veruca Salt et Frank Black’, un intercambio cultural… y amoroso. Lástima que sea su disco con más canciones largas y además de relleno. 7.
Hace un par de semanas Vincent Delerm presentó el estupendo ‘Les Piqûres D’Araignées’ en la Fnac de Madrid. Le acompañaba Peter von Poehl, que es la segunda parte masculina del trío de ‘Marine’ de su nuevo disco. El concierto se estructuró de la siguiente manera: 3 canciones Vincent, 3 Peter, alguna juntos y así hasta completar unas 12. Mientras veía a Vincent no dejaba de pensar una gilipollez suprema: «Qué francés es». Todo me parecía francés: el peinado, los vaqueros, el humor y hasta las alpargatas. Y yo allí encantado, como si en lugar de en la Fnac estuviera en un cabaret en Montmartre. Vincent, al piano, bromeaba entre canción y canción y también dentro de las propias canciones, señalando, por ejemplo, en ‘Les filles de 1973’: «Ahora vendrían unas cuerdas, pero no tenemos, así que yo las canto». Evidentemente subí directamente a comprarme el CD. Así da gusto.
Por su parte, Peter von Poehl tocó con la soledad de su guitarra acústica, algunas canciones de su disco, ‘Going to where the tea trees are’. Pop intimista e introspectivo al que habrá que pegar una escuchada, aunque sólo sea por lo que el rubiales se esforzó en hablar castellano con la gente y lo bonita que le quedó una de las canciones, con ayuda de los susurros «la-la-la» del público. 9.