‘La Fortuna de Matilda Turpin’ nos presenta a una protagonista ausente, ya fallecida, a la que el autor describe como un «producto del socialismo ilustrado aristocrático». Una mujer que se interesa por los artículos de su marido filósofo, que finalmente decide volver a trabajar cuando sus hijos se hacen mayores, consiguiendo como mujer de negocios mucho más éxito que su esposo y que auna trabajo y hogar contratando como asistenta a una amiga, Emilia. Aunque la novela está planteada como una reflexión sobre el matrimonio en la sociedad de nuestros días, sobre esa búsqueda abocada al fracaso entre conciliación de vida laboral y personal, es casi más interesante la casi bizarra relación que primero Matilda mantiene con su asistenta y después el marido filósofo, Juan Campos, con su asistente Antonio, marido a su vez de Emilia. ¿Es más importante el amor, la amistad o un trabajo que dé sentido a nuestra existencia?
Juan, retirado en Galicia después de que un cáncer acabe con Matilda, recibe la visita de sus 3 hijos. Todos infelices e insatisfechos, por unas causas o por otras. Entre el sinsentido de la vida de cada uno y su falta de rumbo, surge una idea que terminará siendo devastadora. Emilia es incapaz de superar la ausencia de Matilda y, cuando recurre a Juan para que la ayude utilizando sus conocimientos de filosofía, Juan Campos no encuentra más salida que fingir que cree que existe vida después de la muerte para consolarla. Desde este momento, la novela no logra otro clímax y da algún que otro bandazo entre las insulsas historietas del hijo gay o la nuera quejica, pero, aun siendo una obra menor de Pombo, resulta igualmente disfrutable. 7.