Pombo, Premio Planeta

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Pombo, Premio Planeta

Álvaro Pombo ha ganado el Premio Planeta 2006 con su novela ‘La fortuna de Matilde Turpín’, que describe, según el autor, «a una mujer de nuestro tiempo con todas sus contradicciones». Como homenaje y, mientras llega a nuestras manos, recordamos, la anterior y excelente ‘Contra natura’.

Una parte de tus dificultades ahora mismo, Ramón Durán, procede de que eres incapaz de comportarte con chulería. Eres incapaz de decirme: «No te necesito, ahí te quedas». Y eso es porque no crees que si ahora salieras de esta casa, encontrarías a alguien capaz de sustituirme a mí. Tu problema no es que te sientas humillado al creerte sustituido por Juanjo en esta casa. El problema es que en el fondo de tu corazón tú no crees que yo pueda ser sustituido por nadie. El problema es que tú me necesitas a mí mucho más que yo a ti. Yo te amo, pero, sin embargo, no te necesito. En cambio tú, que no me amas, me necesitas, y por eso no te puedes ir. Por eso no me puedes hacer frente. Por eso estás perdido. Si te vieras desde fuera, si pudieras verte a ti mismo y a mí, sentados en esta habitación, verías cómo resplandeces tú y cómo soy yo pálido e insignificante. Si te pudieras ver desde fuera, comprenderías que tú tienes los ases en este juego: todas las ventajas, y yo ninguna. ¿Por qué no puedes verte a ti mismo y a mí desde fuera de los dos?

Están los escritores que te quitan las ganas de leer (de lo que se llama «literatura gay» mejor ni hablamos, ¿no?); están los escritores que te entretienen sin más y están los escritores que te hacen maldecir el mundo por no poder dedicar tu vida en exclusiva a la literatura. Entre éstos está Álvaro Pombo, cuya última novela, ‘Contra Natura’, nació con el propósito de convertirse en una crítica a la homosexualidad «clueca, chueca, babosa y empollapollas» de nuestros días, consejos morales en el epílogo incluidos.

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Por suerte, va mucho más allá. La homosexualidad de todos los protagonistas y el tormentoso desarrollo de todas sus relaciones, evidente en este pasaje que he escogido como uno de mis favoritos, es sólo el fondo de una historia que puede tocar a cualquiera. Fascinante es el personaje protagonista, Javier Salazar, un editor jubilado que se dedica a aleccionar a los treintañeros con los que se acuesta sobre los textos de Rilke, Kierkegaard y Vivekananda. Por no hablar de las «angustiosas» citas sobre la muerte que se suceden a lo largo del libro: «Que haya un cadáver más, qué importa al mundo» de Espronceda, «Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando» de Juan Ramón Jiménez o «Del muerto no deberíamos acordarnos, si fuéramos sensatos, durante más de un día» de Semónides de Samos.

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MINI-SPOILERS: Este personaje, que ingiere «Glemorangie, con un gesto medio ruso de Dostoievski a la francesa, a morro», desde su esnobismo, pedantería y acritud, es el centro de ‘Contra Natura’, desde el presente del que partimos (comenzamos por su romance con Ramón Durán, un camarero del ambiente al que saca 30 años) hasta los numerosos e interesantes flashbacks (en que recordamos sus amores frustrados con dos compañeros de seminario, uno de los cuales sigue siendo amigo suyo en nuestros días) pasando por su aventura con un ex novio de Ramón (todo definitivamente bastante gerontófilo). El retrato psicológico de su personaje, y el que él mismo hace de todos los demás es la gran baza del libro. Por eso es una pena que nos perdamos paso a paso su inesperado cambio de actitud, hacia la mitad del libro, porque la trama está centrada en otro hecho que no voy a desvelar. ¿Puede cambiar tan radicalmente una persona de 60 años, y menos con la excusa que se nos da, sólo para que el autor despliegue toda su intención moral? ¿Podría Álvaro Pombo dejar de criticar a esos homosexuales de hoy que tanto le irritan y transformarse en una loca? Quizá es posible, pero no se nos explica cómo. Una indefinición en el diseño de Salazar que supone el único y rebuscado defecto en un libro, por encima de todo entretenido, adictivo y maestro, y cuyo desarrollo y desenlace son de los que no se olvidan. 9

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