Goya: mejor y peor vestida

Tenía serias dudas entre dos clásicas, Aitana Sánchez-Gijón y Maribel Verdú, pero al final me ha podido esta ola de clasicismo que me invade últimamente y he optado por la primera. Aitana debe haber hecho un pacto con el diablo porque nunca en toda su vida ha estado tan joven, tan delgada, tan guapa ni ha sido tan elegante. No hay nada mejor que dejar de ser Presidenta de la Academia para que te cambie la cara (o si no, que se lo digan a esa desconocida con cara de amargada que leyó un discurso que partió toda la gala y que se hace llamar «Presidenta»).

La actriz eligió el negro, el color con el que es imposible equivocarse salvo que se trate de una boda de día. Déjate de zarandajas y colores originales que al final te hacen parecer una Barbie Princesa Paletilla; viste de negro para una noche de gala y no habrá reproche que hacer. Después, piensa en las mejores partes de tu cuerpo y destácalas: espalda descubierta, escote en V anudado al cuello, falda de vuelo que sale de debajo del pecho disimulando hasta el trasero más gordo. El detalle de la cola arrastrando ligeramente le da un toque de magia al look y ceremonia al conjunto. Lo que a mí ya me volvió loca fue la diadema alrededor del moño. ¿No recuerda un poco a Audrey Hepburn? A mí sí. Y para romper un poco tanta negritud, un bolsito rectangular de inspiración art déco en pedrería de colores. A veces es tan sencillo ser la más elegante… Basta con coger el camino más fácil.

A mí que me intenten vender a María Valverde como la nueva musa de la modernidad, que la elegancia no me cuela. Primero por su juventud y, sobre todo, por lo ordinaria que es desde el primer momento en que abre su boquita de piñón. Es una Juani y una porrera como la que más y, por mucho que la vistan de seda, porrera se queda. En todas las galas y eventos en que aparece (en algunos la he podido ver en persona y todo) siempre parece una niña disfrazada con las telas más caras que no sabe moverse ni comportarse con todo lo que lleva encima. En la Gala de los Goya de 2007

no fue menos, y su look fue todo desatino tras desatino.

El color es lo más evidente: esta chica tiene una piel de porcelana de las que ya no se ven por el mundo; ¿alguien ha pensado en dejar de vestirla de una maldita vez con ropa del mismo color que su delicada piel? Así siempre parece una especie de ninfa transparente y, esto también es importante, los colores tan pastel engordan y mucho. El vestidito de esta imagen es de Josep Font, uno de nuestros mejores diseñadores de ayer, hoy y siempre, pero desde luego que no es lo más acertado para una chica de estas características. El escote palabra de honor le queda demasiado bajo, parece que se le va a caer de un momento a otro. El tejido brillante me recuerda a los trajes de fiesta de las Barbies y, en una chica tan joven, parece que le haya pedido a su madre que le haga una réplica a escala. Las medias blanco-enfermera son absolutamente aborrecibles y los zapatos de Maria Antonieta (que no se ven en la foto pero que eran inolvidables) parecían más bien ortopédicos que de princesa. Además, ¿y los accesorios? ¿O llevaba el tabaco dentro del palabra de honor o entre los pliegues del vestido? Mal y mil veces mal. Con lo mona que hubiera ido con un modelito del Stradivarius…

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Publicado por
Patata