El domingo pasado The Raveonettes visitaban Madrid después de una ansiada espera. Un domingo gris, de resaca, de frío y lluvia. Pero cuando aparecieron Sharin y Sune Rose en el escenario de la Heineken, lo que pasara fuera poco podía importar. Ella vestida de negro glitter, preciosa, resplandeciendo. Él, sencillo, con look humilde pero imponiendo con su presencia. En el centro, batería y baterista se conjugaban en perfecta armonía con el resto de la escena. Sune comienza a hablar y nos cuenta que Sune lleva todo el día enfermo, que han visitado al médico y que finalmente no podrá cantar. «Bueno, al menos nos quedas tú», pensamos todos.
El asunto de las canciones sin Sune es algo que notarse, se notaba, sobre todo si te sabes cada tono y cada acorde de sus cuatro discos de memoria. Pero Sharin supo resolver airosa la situación y allí empezaron a sonar los temazos de su último disco y hits anteriores. Espectaculares ‘Dead Sound’ y ‘Aly Walk With Me’. ‘Love in a Trashcan’ y ‘You Want the Candy’ despertaron hasta a los pies más dormidos. En un momento que salí a la entrada había una chica supuesta amiga de las del ropero salía diciendo «me voy que me aburro mogollón… además, resulta que el tío no canta». No pude contenerme y le solté algo así como «mujer, pero quédate que tampoco está tan mal» y siguió diciendo «no, si me voy porque me aburro, que el tío cante o no cante me da igual». Me sigo preguntando: ¿qué hacía esta persona ahí dentro?
Por suerte, me llevo uno de los momentos más mágicos de la noche, el escalofrío que recorrió mi cuerpo durante el solo de ‘Here Comes Mary’, una de las canciones con más papeletas para estar en mi lista de mejores canciones de esta década. Sune, ¡mejórate!