El fuerte de La Oreja de Van Gogh son las melodías vocales. No las voces, Dios me libre, sino la línea melódica de lo que se canta. Son muchísimas las canciones que en ese sentido nos han puesto los pelos de punta a lo largo de estos años. Especialmente ‘París’ o ‘Puedes contar conmigo’. En ambos casos las frases largas de su estribillo van subiendo y bajando en la búsqueda desesperada de un escalofrío. Es un recurso tonto y manido pero efectivo: muchas veces hemos tenido que rebobinar ese «Dime dónde has ido…» y no sigo porque me da vergüenza ajena reproducir las cursilerías que siguen o ese «la vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor»; por no hablar de lo cercano de referencias como «las tardes de invierno por Madrid», que a todos nos han llegado.
Hay momentos débiles, se llaman días o tardes tontas, en los que oír cosas como «adiós, mi corazón», pueden no importarte, pero hay cosas peores en sus letras, que sólo alcanzan un nivel relativamente decente en ‘Geografía’. Lo que predominan son figuras estúpidas («mis ojos son dos cruces negras»), paralelismos sin demasiado sentido («un café con sal / ganas de llorar»), trabalenguas demasiado rebuscados (‘Dulce locura’ entera) o frases que suenan rarunas («nos cogemos este barco»).
¿Son La Oreja un grupo para oír sin atender demasiado a las letras? Desde luego, pero por desgracia hay más. Está la voz de Amaia. ¿Quién decidió una vez que esta mujer canta bien? Sus quiebros de voz aparecen, siempre sin el menor atractivo, en el momento más inoportuno. Otras veces su voz de pito en una frase choca con la que practica en el resto, dando la sensación de que estaba borracha en el estudio o de que tiene serios problemas para modular su voz (final de ‘La playa’) y pronunciar ciertas letras (ese «iorar», ese «io» de ‘Cuidate’). A menudo los autocoros que se hace («ven, quiero saber (quiero saber) / por qué te fuiste sin mí (sin mí)») dan la risa. Aunque lo peor, de nuevo, es lo cursi que suena en general en frases como «por eso esperaba con la carita empapada».
Musicalmente, interesa muy poco si era cierto que en el estudio les tocaban todo. Por lo que les he visto en directo (telonearon a Texas y a los Pretenders una vez, ¿vale?), no tuve la impresión de que fueran malos en absoluto. El problema es la producción, casi siempre fea. Los coros masculinos en ‘Cuéntame al oído’ , los sintetizadores de ‘Pop’ si consigues olvidar su horrible vídeo o el vocoder del famoso ‘Bonus Track’ que terminó remezclando Tiga (!), no incluido aquí, estaban bien, pero toda la parte vocal y la cutre-electrónica de ’20 de Enero’ y sus campanillas no tienen defensa posible, por poner un par de ejemplos.
Hay cosas buenas y malas. Quizá el recopilatorio mereciera un 5 por aquello de resumir una era del pop español y contener unas cuantas melodías apañadas, pero ni siquiera están incluidos en el disco dos de sus singles más conocidos, ‘Pesadilla’ y ‘Soñaré’, o sea que nadie realmente necesita este ‘Grandes Éxitos’: un 4.
Aunque bueno, el disco se abre con esa canción que dice «Sin ti ya no podré escuchar a La Buena Vida más». Venga, va, un aprobado.
Calificación: 5/10
Temas destacados: ‘Cuídate’, ‘Puedes contar conmigo’, ‘París’
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