Hit de ayer: Qué nos va a pasar

‘Qué nos va a pasar’ ha ganado las votaciones del concurso organizado por RTVE, el de la mejor canción indie de los últimos años, o sea, el de la mejor canción indie de todos los tiempos, pero se nos ha pasado comentarlo porque somos un desastre. Puedes ver la lista definitiva de resultados aquí. La canción, más que la mejor canción indie de todos los tiempos, es una de las mejores canciones de la historia así a secas.

Una de las cosas más bonitas que me han dicho nunca sobre una canción ha sido sobre esta. La frase fue: «no me gusta, no puedo soportarla. Es demasiado dolorosa». Indisociable del invierno en que salió, ‘Qué nos va a pasar’ es uno de esos temas grandes que gracias a su aplastante universalidad no pueden ser lo mismo sin tu experiencia particular. Cuando La Buena Vida presentaron ‘Hallelujah’ (qué portada tan bonita, qué disco tan bonito) en la Sala El Sol de Madrid, una parte considerable de JNSP estaba hecha un asco, y la escucha de sus temas en directo fue muy dura.

No importaba que el disco se cerrara con un mensaje optimista en la letra de ‘Vini, vidi, vinci’. Algo en su instrumentación alejaba esta canción de la euforia y la acercaba a la incertidumbre. La incertidumbre que resume perfectamente este single (pocas veces un single fue mejor resumen de un disco).

La grandeza de ‘Qué nos va a pasar’ no está en sus cuerdas ni en su letra, que también. Lo que termina de hacerla tan jodidamente buena es la resignación con la que Irantzu y Mikel cantan: es impresionante la calma con que pronuncian palabras como «rabia». Aunque estés desde hace tiempo «algo raro por momentos», aunque el amor se acabe, no hay tiempo para los gritos, ni el rencor, ni tiempo para estar enfadado.

La estrofa final, sobre lo incierto del futuro, sobre la posibilidad de conocer a «alguien más» (pocas veces la palabra «alguien» ha resultado tan odiosa) y olvidar la familiaridad de una persona por completo, es absolutamente demoledora. Pero a pesar de la decepción, la canción deja una puerta abierta para la esperanza o, como mínimo, para quedarse con lo bueno, con «las cosas que en la plaza nos dijimos hoy». Quizá al fin y al cabo sí es cierto que «el mundo es nuestro al fin, lo hemos conquistado, ya nada impedirá el triunfo del amor».

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Publicado por
Sebas E. Alonso