Ayer, día 24 de mayo, Jay Bennett falleció mientras dormía en su casa de Urbana, Illinois. En estos momentos no se conocen las causas exactas de su muerte pero, seguramente, se fue con la desazón de no haber logrado reconciliarse con Jeff Tweedy, el hombre con el que trabajó codo con codo durante 7 años para cambiar las reglas del rock and roll norteamericano. Juntos grabaron seis álbumes clave para la música de este siglo, entre ellos la obra culminante de su colaboración profesional y su relación personal, el cuarto álbum de estudio de Wilco, ‘Yankee Hotel Foxtrot’. Un disco que conjuga a la perfección clasicismo y experimentación, que se vale de complejos trucos de estudio para amplificar el impacto emocional de sus canciones y que confirmó el talento de Jeff Tweedy como la mejor noticia para el rock norteamericano después del ocaso del grunge.
Después del considerable éxito de ‘Summerteeth’, que había mostrado su lado más pop pero también su vocación experimental e inconformista, y del segundo volumen de ‘Mermaid Avenue’ junto a Billy Bragg, Tweedy comenzó a grabar algunas canciones para su nuevo disco en su entonces recién estrenado loft, en Chicago. Tweedy había conocido a Jim O’Rourke en un festival y había grabado junto a él y su batería, Glenn Kotche, un miniálbum bajo el nombre Loose Fur. A Tweedy le gustó tanto el trabajo de Kotche que le invitó a regrabar algunas de las baterías de las maquetas que había grabado Ken Coomer, el percusionista oficial de Wilco, mucho más convencionales y estándar, lejos del propósito experimental del grupo. Un tiempo después, Coomer y la banda acordaron la salida del primero. Tras diversos conflictos entre Tweedy y Bennett por las mezclas de los interludios entre canciones, agravados por unos terribles episodios de migrañas que el músico padece de forma crónica, Jeff le pidió a Jim O’Rourke que oyera las nuevas canciones e hiciera unas nuevas mezclas, que fueron presentadas a la banda. El grupo al completo aceptó volver a mezclar y grabar con O’Rourke. Jay Bennett acabó por ser expulsado del grupo poco después.
Por si toda esta zozobra no fuera suficiente, su compañía, Reprise (WEA), encuentra el álbum excesivamente difícil, poco radiable. Presiona a la banda. Se acojonan y dicen que no publican y Jeff no cede. Negocian su salida y, no sin esfuerzo, compran el máster por 50.000$. Wilco se queda sin sello con un disco recién grabado bajo el brazo. Ante la imposibilidad de que vea la luz, deciden colgarlo para libre descarga en su web, obteniendo una repercusión totalmente insospechada. Tras recibir una multitud de ofertas de sellos de todo el mundo, finalmente el disco se publica en el año 2002 en Nonesuch Records. Curiosamente, WEA y Reprise habían sido compradas poco tiempo antes por Warner, propietaria también de Nonesuch.
Aunque casi todos los temas del disco están compuestos a medias por Tweedy y Bennett, todos los textos son del primero y reflejan un momento vital agridulce. Por un lado, acababa de superar una crisis matrimonial con su mujer, Sue, y de tener su segundo hijo con ella, mientras que sus insoportables episodios de migrañas le convirtieron en un adicto a los fuertes analgésicos del tratamiento. Hay quien busca un sentido universal e incluso político en las letras de ‘Yankee…’. Incluso hubo quien veía en este disco una voluntad de plasmar el sentimiento del pueblo de los Estados Unidos tras los atentados del 11-S (algo difícil, si tenemos en cuenta que fue escrito y grabado antes de que ocurriera). Los textos son casi siempre ambiguos, pero parece claro que el autor se enfrenta a sus propios conflictos internos, con el propósito, quizá, de vencerlos un poco al plasmarlos en canciones.
‘I Am Trying To Break Your Heart’ abre el disco como una declaración de intenciones. Se trata de una pequeña canción envuelta en un tremendo caos de percusiones, ruido, teclados, timbres, aparentemente inconexos pero que confluyen mágicamente, creando la confusión perfecta para retratar a un tipo que deambula totalmente borracho por la ciudad, después de sufrir un conflicto (interior o no). «This is not a joke, so please stop smiling / What was I thinking when I said It didn’t hurt». Ya está claro que no estamos ante un disco cualquiera.
En ‘Radio Cure’ Tweedy habla sobre esa enfermedad que le hace apartarse de los que le quieren y cómo esa distancia dificulta sus relaciones pero… ¿se refiere a sus migrañas o a su vida como músico? ‘War On War’, uno de los temas con más gancho del disco, vuelve a jugar con la ambigüedad. Hay una guerra y vas a perder. Vas a perder porque hay que aprender a morir si quieres estar vivo. That’s it. ‘Jesus, etc.’, un medio tiempo de aires clásicos envuelto en un espectacular y característico riff de violín, parece hablarnos de lo importante que es tener algo a lo que agarrarnos cuando todo parece desmoronarse a nuestro alrededor. «Our love is all we have».
El engañoso título de ‘Ashes Of American Flag’, la probable razón por la que algún obtuso pensó que ‘Yanke…’ era un disco patriótico, esconde una reflexión sobre una sociedad demasiado ensimismada en el capitalismo extremo para reparar en su podredumbre, con frases demoledoras como «I wonder why we listen to poets when nobody gives a fuck» o «I would like to salute the ashes of American flag and all the fallen leaves filling up shopping bags». ‘Heavy Metal Drummer’ es un vigorizante ejercicio de nostalgia por una adolescencia en la que uno sueña con ser estrella del rock, «tocando versiones de Kiss, bello y fumado», que protagoniza uno de los mejores y más enternecedores momentos del documental de Sam Jones: su hijo Spencer trata de explicarle cuál es su canción favorita, pero Jeff es incapaz de entenderle…
‘I’m The Man Who Loves You’ es un rayo de sol, otro eco de clasicismo Beatle-iano con unos vientos bien soul, una declaración de amor hecha canción, como si fuera capaz de expresar su amor a través de una canción y no cara a cara, que parece contagiar a ‘Pot Kettle Black’, una animada canción en la que Tweedy parece darse cuenta que no tiene más enemigo al que vencer que a sí mismo. Ambos temas dan paso al sobrecogedor final del álbum, que enlaza ‘Poor Places’ y la preciosa ‘Reservations’. La primera, que termina con ese mensaje radiofónico en clave que bautiza el álbum sonando en bucle en una manta de feedback, redunda sobre la hipocresía de la clase media norteamericana. La segunda es una confesión a flor de piel de Tweedy sobre sus inseguridades («How can I convince you it’s me I don’t like») y su incapacidad para hacer las cosas como se espera de él, pero dejando claro que si hay algo que tiene claro en esta vida es su amor.
Gran parte de esta amarga historia de rock and roll desde las entrañas de la misma creación se ve magníficamente retratada en el documental que Sam Jones rodó durante todo el proceso de grabación, titulado ‘I Am Trying To Break Your Heart’. Un documento único sobre la creación artística y el rock and roll, imprescindible no solo para fans, sino también para cualquier aficionado a la música.