PAL nos facilitan el trabajo citando a sus mayores influencias: Bo Diddley, Can y The Clash. Desde la misma realidad sucia que Lagartija Nick o Surfin’ Bichos, PAL han entregado un disco más blues-rock que el de Triángulo (ahí está la genial ‘Son’) y que sus anteriores, pero cuya virtud en el fondo es la misma: la consecución de hacer pegadizas las frases suburbiales más improbables, del palo de «Y les dirás: «tengo una boca a la que alimentar»».
No hay lugar para el respiro en ‘Error de fábrica’. Cuando la pista no es de un pegajoso-repugnante tan obvio como ‘La última letra del alfabeto’ o ‘No los quiero conocer’, el cantante nos martillea con frases subyugantes (‘La república invisible’), problemas irresolubles (‘Arde el libro de instrucciones’) y algún que otro «ae ae ae ae ae oh oh» (‘Siempre vuelven los cátaros’). ‘Intertoto’ despide el disco con silbidos, pero no hay el más mínimo coqueteo con la luz, como en viejos temas tipo ‘Un Hilo De Wolframio‘. Sólo lugar de la perversión. Y nosotros que nos alegramos.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Son’, ‘No los quiero conocer’, ‘Siempre vuelven los cátaros’
Te gustará si te gustan: Surfin’ Bichos, Triángulo de amor bizarro, Bo Diddley
Escúchalo: en MySpace