¿Va la gente a los conciertos a lucir palmito?

Durante años hemos observado atónitos cómo un sinfín de conciertos, especialmente acústicos, se veían ensombrecidos porque algunas personas se pasaban el show hablando. Sí, claro, todos comentamos cosas, salimos para pasarlo bien y un concierto es a veces el único momento de la semana en que podemos ver a nuestros amigos, ¿pero no es un poco bochornoso que a veces el artista tenga que mandar callar? ¿Que la gente tenga que cambiarse de sitio por no enfrentarse al grupo parlanchín de al lado y terminar pasando el resto del concierto amargada? Como esas personas que nos molestan contando sus cosas en los shows son ilocalizables fuera del recinto (además siempre son terceras personas, nunca tú), hemos decidido analizar esta cuestión tan presente en nuestras vidas a pesar de que nunca aparezca en las reseñas de los conciertos, preguntando directamente a varios artistas qué opinan: ¿les molesta desde el escenario o les ha molestado alguna vez como público que la gente se pase un show hablando?


Guille de Ellos: «Como espectador nada peor a que se ponga alguien al lado a comentar la jugada a viva voz. Recuerdo una actuación cuasiacústica de Magnetic Fields en la que una chica le estaba comentando a la que parecía ser su mejor amiga en ese momento sus vacaciones en Bali, no exagero, no, se tiró toda la primera mitad del concierto hablando sin parar hasta tal punto que me tuve que cambiar de sitio. A veces me pregunto si hay gente que va a los conciertos a lucir palmito o realmente a ver al grupo. La cosa cambia cuando estás encima del escenario, claro. Nosotros, esto es, los Ellos, solemos tener bastante volumen en los amplificadores, así sólo oímos a la gente cuando se desgañita cantando o hace comentarios entre canción y canción a grito pelado. Y eso es algo que me encanta».

Teresa de Single: «Como artista en Single no me importa que la gente hable, aunque en Le Mans sí me importaba. Creo que tiene que ver con que en el escenario haya un volumen suficiente para abstraerse. En general que la gente no deje de hablar en un concierto me ha molestado más como espectadora. No sé si es cosa de Madrid pero me sorprende que incluso en la primera fila la gente esté dale que te pego al palique. Recuerdo un concierto de Jeru The Damaja en el que intenté todo el rato alejarme de unos fans que no pararon de hablar del precio de los pisos, las hipotecas y el Mibor. ¡Qué horror! Y digo que eran fans, porque de vez en cuando se interrumpían para recitar palabra por palabra estribillos y demás».

Iván de Linda Guilala: «Creo que molesta más a algunos sectores del público que se hable en los conciertos, que a los propios grupos; cuando tocas en un grupo y a la vez eres público en otros conciertos, te haces a la idea de las cosas que la gente puede comentar durante el concierto. De todos modos, no entiendo que en España a alguien le pueda ofender que se hable en estos casos, creo que para la mayoría de la gente los conciertos son más un acontecimiento social que otra cosa. Por cierto, nosotros somos de los que hablamos en los conciertos, si nos aburren, claro».

Marina de Klaus & Kinski: «No sé cómo contestar a esto sin quedar como una chunga. Me revienta que la gente hable en los conciertos como público y como «artista». Aunque suene evidente, sobre todo si es pagando, me parece una falta de respeto para el que sí que tiene interés. Y cuando estás encima del escenario se pasa fatal porque no sabes si es que no se oye, si lo estás haciendo muy mal o si se te transparenta el vestido… En conciertos que he ido a ver, a veces mis propios amigos han sido los pesados que se ponen a cascar y pasan un montón de ti, aunque les digas que se callen. La peor experiencia tocando fue en Albacete, que fuimos Álex y yo a tocar en acústico y entre que la sala no sonaba, que canto flojo y que era como la una de la madrugada de un jueves, la gente no paró de hablar e, incluso, gritar durante tooodo el concierto. Vamos, que acabé subida a un taburete insultando a media sala. Supongo que es una cuestión de tener tablas y saberte hacer respetar en plan maestro de escuela; también es que hay mucha diferencia entre un acústico y un concierto de rock ruidoso. Como dice nuestro técnico, si el ruido del público vence al sonido del grupo, se acabó el concierto. Creo que la cosa depende del tono del concierto, a más decibelios que salen por los altavoces, menos molesta la gente que habla, digo yo».

Alberto Mate: «Es todo un reto en Madrid lograr que la gente se calle en un concierto. La conclusión que saco después de todos estos años es que cuanto más bajito y suave tocas, más posibilidades tienes de que la gente ponga la oreja para escucharte con atención y deje de hablar con su vecino sobre Piluqui, la hipoteca o un peinado. Generalmente el exceso de volumen en un bar tiene el objetivo de tapar las conversaciones. Desde mi humilde punto de vista, es una batalla perdida de antemano: los españoles chillamos mucho y bien, y a un bar se va para beber y charlar básicamente. Yo le estoy cogiendo gusto a tocar en centros culturales, librerías, salones de casa. Lugares donde la gente sí que viene con la intención inicial de escucharte».

Christina Rosenvinge: «La implicación del público es definitiva a la hora de interpretar. Desde el escenario se siente su aliento, su estado de ánimo, su grado de atención. Claro que es molesto cuando hablan muy alto. Entiendo que si es gente que está allí por otra razón, no para ver al grupo, no lo puedan evitar. Pero lo cierto es que distrae tanto a los músicos como al público y puede arruinar una actuación. Cuando veo que esa es la situación suelo quitar algunas canciones del repertorio, las que necesitan intimidad».

Boat Beam: «Ni como artista ni como espectador, no me molesta que alguien hable si el volumen de sus comentarios (tanto en intensidad como en cantidad) no colapsa lo que intento mostrar o escuchar. Todos sentimos la necesidad de comentar algo en diferentes circunstancias. Lo que no tolero es la falta de respeto por el artista o el espectador, y me parece poco inteligente que alguien que no siente el más mínimo interés por lo que está escuchando se dedique a boicotear un concierto (voluntaria o involuntariamente), cuando seguro que tendría cientos de cosas mejor que hacer y que le harían sentirse mucho más realizado».

Genís de Astrud e Hidrogenesse: «Obviamente sí, me molesta (que la gente hable). Como grupo y como público. Me molesta más como público, claro, porque cuando estoy en el escenario lo oigo menos».

Pablo Errea de Guinea Pig, Australian Blonde, Edwin Moses: «Parte de la gracia de un concierto está en seducir al público, que tiene todo el derecho a estar más o menos excitado y forma parte del ambiente igual que quien está en el escenario. Todo si no se sale la cosa de madre. Ocurrió hace unos meses en Gijón: la gente estaba a otro rollo y uno se pregunta para qué programan a un artista en acústico. Si la fiesta es un encuentro social, entonces deja la música en directo para otro día».

David de Beef: «Me da igual que hablen durante los conciertos porque yo a lo que voy es a recoger los 5000 euros del caché».

Jaime de Souvenir: «Es algo que he sufrido muchas veces como músico, especialmente en la etapa más tranqui de Souvenir. Recuerdo un concierto en 2001 en Siroco en el que me incliné hacia dos chicas que estaban hablando a pleno pulmón en primera fila para pedirles que se callaran porque no oía mi propia guitarra. En otras ocasiones simplemente el rumor de fondo era algo insoportable y muy desconcentrador. Es algo que en parte entiendo. A fin de cuentas el fin de semana es para salir, beber y charlar, y muchos de los músicos que nos quejamos de la gente habladora hablamos también en los conciertos de otros. Todo este fenómeno es, en parte, una de las razones por las que ahora disfrutamos tanto en los conciertos de Souvenir. Con el tipo de música que hacemos ahora nos da lo mismo que la gente hable… el volumen es seguramente la única arma eficaz por parte del músico. Por eso los formatos acústicos son tan peligrosos. Creo que en los más íntimos está el límite de la verdadera educación… por mucho que te apetezca hablar, si es evidente que tu voz está sonando por encima de la música y el grupo y la gente de alrededor te lo hace notar, debes callarte. Por desgracia no suele pasar. En junio estuve tocando el lap steel en un concierto de Anni B Sweet aquí en Pamplona y la pobre sufrió lo suyo con eso. Gran parte del público era simplemente maleducado, a pesar de haber pagado entrada para verla actuar».

Leo de Nudozurdo: «Mi primera recomendación es no hacer un acústico jamás (con la única excepción de que poseas la fuente inagotable del magnetismo universal)… Mi segunda aportación es hacer todo el ruido que puedas en tus conciertos (un buen sangrado de oídos en cotillas, gente insensible o listillos te hace mejor persona). Si alguien te ha engañado y has llegado fatalmente al típico “acústico cabrón” lo único que se me ocurre es recurrir al método del “sampler diabólico”. Si el ruido persiste a lo largo del concierto lo mejor es integrarlo, imaginarte que es un sampler preparado con gente hablando. Con gente muy superficial hablando. Es el sampler diabólico. Cuando me voy a acostar me alivia pensar que todas esas personas morirán y que sus hijos perfeccionarán la técnica del sampler diabólico hasta convertilo en un susurro perfecto».

Carlos de Corazón: «Me encantaría poder decir que no me importa ni me afecta en absoluto, pero lo cierto es que he sentido ganas de MATAR. Es un problema de empatía. Si te pusieras en el lugar del que está en el escenario (a veces te sientes muy vulnerable), no abrirías la boca… Yo una vez pedí silencio en un concierto y casi se me lapida por eso».

Belén Kan de Bla: «Como Bla aún no hemos tocado nunca, al ser un poco más tranquilo que L kan no sabemos cómo resultará, pero estamos tratando de buscar cosas que llamen la atención del público para que la gente esté igual de atenta. Desde nuestra experiencia en L kan podemos decir que la gente en nuestros conciertos lo que suele hacer es hablar pero con nosotros… lo cual no nos molesta, sino que nos hace gracia. Hombre, si la persona ya es pesadísima y está borracha sí puede llegar a resultar un poco pesado. En cuanto a tocar con la gente en la sala hablando de sus cosas y pasando de ti nos ha pasado muy pocas veces. Creemos que un grupo debe ingeniárselas para llamar la atención del público y ser capaz de conseguirlo. No nos gusta nada eso de mandar callar y enfadarte. Tú eres el que estás dando un concierto y un espectáculo y es tu responsabilidad en gran medida que a la gente le divierta más cantar tus canciones que hablar con el de al lado».

Ariadna de Los Punsetes: «Las salas de concierto no son bibliotecas y por lo tanto, creo que lo natural es hacer algún comentario sobre el concierto que se está viendo. Una cosa es eso, y otra es hablar a voz en grito o durante todo el concierto, molestando a los que están a tu lado. Como artista tampoco me parece mal que hablen porque es evidente que no se puede obligar a la gente a estar callada».

Servando de Aviador Dro: «La gente debería hacer más ruido en los conciertos acústicos: traerse sus videoconsolas portátiles, juegos de mesa, batidoras y taladradoras, para hacer un conjunto sónico más interesante que dos guitarritas de palo».

Aaron Thomas (contesta en castellano): «No se puede controlar las acciones de la gente, ni siquiera intentarlo. Si alguien está hablando mientras yo estoy tocando, lo que hago es mirarle y usar la rabia que me da para cantar con más emoción. Las personas que hacen que me enfade me ayudan mucho en el escenario. Si estoy haciendo un tema más bonito y sensible, pues entonces es un poco mas difícil. Aquí la gente es muy animada y le gusta hablar. Si siempre canto en un idioma que no se entiende, se hace más difícil todavía conectar con ella. Por eso he tenido que trabajar mucho en las melodías y la presentación, para que la gente no se aburra y empiece a hablar».

Felipe de Cola Jet Set: «A nosotros no nos molesta, la música que hacemos es animada y potente, y no da lugar a grandes conversaciones mientras tocamos. En conciertos de otros, tengo comprobado que los que más hablan, son los que menos han pagado. Con Pink Martini en el Luz de Gas casi llego a las manos, y el otro día me tocó toda una fila de paletos justo detrás, viendo a Francisco Nixon en el Auditori».

Francisco Nixon: «Personalmente el ruido no me molesta en absoluto, si la gente no quiere prestar atención al concierto está en su derecho. Me molesta cuando impide escuchar a los que sí desean hacerlo».

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