Kings of Convenience @ Circo Price

La expectación del público en el concierto de Kings of Convenience era más que entendible. No en vano, hace más de cinco años que lanzaron su anterior trabajo, ‘Riot On An Empty Street’, y era la primera vez que tocaban en Madrid (aunque Erlend Øye ya visitó el Summercase en 2007, esa vez bajo el nombre de The Whitest Boy Alive). El concierto se enmarcaba dentro de la gira Heineken Music Selector, y sirvió al dúo noruego para presentar ‘Declaration Of Dependence’, su tercer disco.

Durante la primera parte del concierto, las canciones estuvieron profundamente marcadas por dos guitarras y las voces, perfectamente empastadas. ‘Toxic Girl’ y ‘The Girl From Back Then’ sonaron perfectas, y fueron acompañadas por un silencioso público, lo que las hizo brillar aun más. Después, temas como ‘I Don’t Know What I Can Save You From’ nos pusieron los pelos de punta, como siempre. Hacia la mitad del concierto, Øye se detuvo para contar cómo su tía-abuela había sido corresponsal de guerra en Madrid en 1936, y lo mucho que le gustaba venir a Madrid sin una guerra de por medio. Quizá por eso dejaron de lado ‘Winning a Battle, Losing a War’, aunque sí desgranaron grandes canciones como ‘Cayman Islands’, ‘Know How’, y ‘Love Is No Big Truth’. Del último disco destacaron ’24-25′ y ‘Rule My World’.

Sin embargo los de Bergen acertaron al guardarse un contrabajo y un violín debajo de la manga, cual ilusionistas, y nos sorprendieron con lo que vino a continuación: pura magia. ‘Stay Out Of Trouble’, con esos increíbles armónicos de violín, y ‘Boat Behind’ arrancaron al público de las gradas de sus asientos. Y con ello, Kings of Convenience demostraron que no hace falta un arreglo electrónico para poner a bailar a las masas. Tras la insistencia del público, eso sí, cerraron con ‘I’d Rather Dance With You’, poniendo de manifiesto su virtuosismo.

Por lo que sabemos, parece que la noche acabó en una improvisada sesión de DJ en la sala Caracol, con Erlend a los platos. Qué pena que esto no se hubiera programado ni publicitado, porque los coqueteos de Erlend Øye con la electrónica son realmente disfrutables. 8,5.

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Publicado por
Flat Eric