Lo mejor (con diferencia) de este programa es que siempre preguntan a un montón de famosos cuál ha sido su disco del año. Se encuentra con un micrófono en la boca y la complicada pregunta la persona más insospechada. Así, vemos a Miguel Induráin diciendo que es el de Amaia Montero, aunque reconoce no entender mucho de música; a Miguel Bosé votando también por Amaia; a Bimba decantándose por Los Chichos; a Ana Obregón por el dueto entre Manuel Carrasco y Malú; a Boris Izaguirre por ‘Gran City Pop’ de Paulina Rubio; a Santi Millán por Raphael; a Juan Aguirre de Amaral por Pereza; a un irreconocible Enrique del Pozo por Labuat; a una Labuat que se reivindica a sí misma; a Marta Sánchez barriendo también para casa, pero menos (Carlos Baute), más o menos tanto como Alejandro Sanz (Shakira); a Chenoa revelando que es fan de Fito y Fitipaldis; a Nuria Roca, Bibiana Fernández y Rosa Díez votando por Bebe
El homenaje del año fue para Mecano por sus «30 años de carrera» (suponemos que 30 años desde que empezaron, porque su carrera terminó oficialmente en 1992, para sólo volver fugazmente en 1998), una plasta ya inaguantable que está perjudicando seriamente unas canciones que eran bastante monas. ¿Quién querrá que hagan esto con su grupo favorito? En cualquier caso, fue curioso ver a Malú interpretar ‘Mujer contra mujer’, a Amaia Montero ‘Me cuesta tanto olvidarte’ y a Chenoa ‘Barco a Venús’ mientras la Torroja observaba y tarareaba desde una esquina y la Igartiburu se contoneaba. Casi tan surrealista como la conexión híper extraña con Nacho Cano que pretendía parecer en directo, pero que si lo fue, desde luego no lo pareció.
Entre las actuaciones, quizá con decir que Labuat, haciendo bossa a pesar de su maquillaje y peinado de siniestra, fue lo mejor de la noche, está todo dicho. Ver a Bisbal, ganador a la postre del premio al mejor disco por ‘Sin mirar atrás’, por cortesía de los sms del público, corriendo por el escenario da un mal rollo, cercano al miedo, indescriptible. Pero sí fue muy entretenido observar atentamente la miniconversación de Anne con Amaia Montero, casi artificialmente larga, como para que el espectador pudiera comprobar que en lo de Los 40 la ex Oreja no estaba más pedo que Alfredo. Simplemente es que ahora habla así.