‘Farmacia de guardia’: el último bochorno

Seguramente muchos adolescentes que se hayan topado haciendo zápping con la película de ‘Farmacia de guardia’ se habrán preguntado por qué la serie sería tan famosa durante los 90. Nosotros nos estamos preguntando lo mismo. Después de la hora y media absolutamente bochornosa que hemos presenciado, cuesta recordar que la serie se convirtiera en un hito, aunque sólo fuera porque en España nunca hemos practicado mucho lo de hacer sitcoms semanales de 30 minutos.


La serie que se le ocurrió a Antonio Mercero viendo ‘Juzgado de guardia’ enganchó en su momento a 7 millones de espectadores semanales: Concha Cuetos era portada de TP, Supertele y Teleindiscreta, toda España estaba pendiente de cuál sería el cameo sorpresa de la semana (sobre todo el de Navidad) y aún habrá a quien le digan al empujar una puerta aquello de «para dentro, Romerales». Aunque el guión no fuera el más ingenioso y algunos vieran el típico mensaje familiar y lacrimógeno en muchos de sus capítulos, el entrar y salir de la clientela, a veces con un punto megafriqui, daba mucha menos vergüenza ajena que las ‘Matrimoniadas’.

Pero cualquier buen recuerdo que guardáramos de todo esto se ha borrado con este «comeback» dirigido por Manuel Estudillo (‘Un burka por amor’), que reúne a los personajes 15 años después. Lourdes tiene que cerrar su farmacia porque han comprado el edificio, por lo que cita a toda la familia para comunicárselo (no os imagináis cómo acaba la cosa). La repipi Fanny se ha hecho lesbiana, la hija de Isabel, fan de Marilyn Manson, vive enganchada a una webcam mediante la que no hace más que enseñar las tetas a su novio y Lourdes se ha puesto wi-fi en casa, pero todo esto queda mucho peor de lo que suena porque los guionistas se han olvidado de hacer la adaptación más importante de la serie al siglo XXI: la de los nuevos ritmos televisivos.

Ya cuando comienza ‘La última guardia’ y lo primero que vemos es a Álvaro de Luna cayéndose en una zanja y no nos reímos sabemos que algo va a ir mal, pero la cosa va empeorando progresivamente cuando nos pasamos medio capítulo escuchando hablar a un loro, se recurre varias veces al mismo malentendido, aparecen La Oreja de Van Gogh no para autoparodiarse, como era lo habitual, sino para promocionarse, y comprobamos que el «chica joven desesperada por tirarse a un señor 30 años mayor» a lo Ozores sigue siendo un recurso humorístico en 2010.

En los tiempos en que hay que ingeniar lo que sea para reunir a 3 millones de espectadores frente a la pequeña pantalla, nada como apostar por un «revival» como esta película, aunque sea por una sola noche: siempre recibirá mucha más atención que un producto nuevo. Ya podéis ir preparándoos para destruir otro mito como haya hecho un buen «share». 0.

Foto: Fórmulatv.

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Publicado por
Sebas E. Alonso