Como a Alaska, a quien está muy próxima en edad (Olvido sólo es tres años mayor), a Alison parece preocuparle ya un pimiento ser la más moderna del lugar. Un disco hedonista como ‘Head First’ es perfectamente válido cuando ella al fin confiesa que su felicidad es plena ahora mismo en pareja, pero hay que reconocer que no llega en el momento más adecuado si tenemos en cuenta la ola de ochentismo que ha invadido las islas británicas en los últimos dos años, con artistas como La Roux saludando desde el número 1 y Little Boots o Frankmusik vendiendo también decenas de miles de discos o singles.
Goldfrapp consiguieron con ‘Black Cherry’ hacer del synthpop algo profundamente sofisticado y más complejo que el electroclash, con guiños a los 70 de Bowie y T-Rex. Y lo malo es que ahora, en cierta manera, parecen ir por detrás en la carrera de las nuevas tendencias, mundo al que por suerte o por desgracia pertenecen. ‘Rocket’ suena más bien kitsch, a Van Halen, y el mismo tipo de sintetizadores aparece en canciones como ‘I Wanna Life’. La producción no es vulgar, aún tiene la elegancia inherente a todo lo que tocan Alison y Will, pero en ningún sentido el grupo parece estar en su mejor momento. ‘Shiny & Warm’ no es más que otro ‘Satin Chic’, la producción adicional de Richard X no ha salvado ‘Alive’ de recordar en melodía a Mika
y el disco se cierra con un ‘Voicething’ que a nadie gustará tanto como los momentos más introspectivos de ‘Felt Mountain‘. El disco se escucha sin problema, las canciones crecen y ‘Believer’ ni siquiera lo necesita porque desde la primera escucha resulta uno de sus números más pegadizos. Sin embargo, es inevitable recordar que ellos saben fascinar y deslumbrar muy por encima de esto.Calificación: 6,9/10
Lo mejor: ‘Believer’, ‘Rocket’, ‘Head First’
Te gustará si te gusta: el glam y el synthpop
Escúchalo: en El País, MySpace