NonNonba es una anciana supersticiosa que vive en la misma aldea que Shigueru Mizuki, que bajo el nombre de Gege va descubriendo fantasmas y espíritus ancestrales. La amistad entre ambos desarrolla una magia fascinante entre realidad y ficción desde el primer episodio. Mizuki descubre sus primeros amores, las primeras traiciones, las peleas con los amigos, los problemas familiares, la pasión por dibujar, los dulces extranjeros… Todo aparece de forma sencilla y limpia ante los ojos de un niño que comienza a tomar decisiones sobre los acontecimientos propios de su edad.
A pesar de ser una historia que se desarrolla a principios del siglo XX y en Oriente, resulta familiar ver cómo el mundo rural y los fenómenos mágicos casi siempre van de la mano. Es fácil acordarse con ella de ‘Obabakoak’ de Bernardo Atxaga, una obra literaria con que a primera vista tiene muy pocos puntos en común.
Shigueru hila con maestría su propia autobiografía respetando el sentido de lectura japonés, empezando por lo que para nosotros sería el final y leyendo las viñetas de derecha a izquierda y de arriba abajo. Algo que le dota de cierta gracia. Si algo hemos aprendido de la familia Muraki y ‘NonNonba’ es lo entrañable que es creer en algo que no podemos ver y que los adultos olvidamos con facilidad. 7.