Ellie Goulding: Con motivo de la cancelación de Lily Allen, Ellie fue transferida al Escenario Verde. No consiguió llenarlo (nada más lejos de la realidad) y terminó apelando al público para que la animase, recordando continuamente que ella no debería estar allí y que su paso por el Verde era algo que tenía más que ver con las circunstancias que con otra cosa. Por desgracia su show solo sirvió para confirmar aun más que un concierto como el de Lily era necesario el domingo. Con su guitarra, al más puro estilo de Jewel, desgranó en acústico las canciones de ‘Lights’. Destacaron poderosamente ‘The Writer’, ‘Under The Sheets’ o ‘Starry Eyed’, pero todas resultaron excesivamente lentas y monótonas.
Parade: En formato cuarteto y con la ayuda destacada de una corista que a veces bailaba dando animados saltitos, Antonio Galvañ centró su repertorio en la presentación de su último disco de estudio, ‘La fortaleza de la soledad’, del que sonaron canciones como la titular, ‘Stephen Hawking’, ‘Proyecto Genoma’ o ‘El astrónomo melancólico’, junto a temas más antiguos como ‘Todas las estrellas’ y alguna versión sorpresa, como la popular ‘Vamos a la playa’ o el tema perdido ‘La tristeza de un electrón’, ya recuperado por Prin La La, aunque curiosamente el uno no mucho mejor acogido que el otro.
Dizzee Rascal: Dizzee dio un concierto que fue evolucionando de lo espeso a lo pop y al delirio colectivo gracias a la aparición en su setlist de canciones como la enorme ‘Dance Wiv Me’ que hizo junto a Calvin Harris o ‘Dirtee Disco’. Como MC no paró de animar al público, que tampoco paró de repetir todos los «hey hos» y «uh uhs» correspondientes. Era curiosa la noche hip-hopera que se había preparado en el Escenario Verde por primera vez. Lástima de la cancelación de Lily Allen porque entre Dizzee, Lily y Gorillaz, el resultado podría haber sido curioso, nuevo y además sobresaliente.
Echo & The Bunnymen: El grupo, que felicitó a España por ganar el Mundial, volvió a Benicàssim y al final escuchar ‘The Killing Moon’, una de las mejores canciones de la historia, mientras te golpea en la cara el viento del festival va a convertirse en un bonito clásico. Sin embargo, al grupo parece que le falta algo de conexión con las nuevas generaciones, quizá por lo cada vez más holgazanes que somos para recuperar éxitos antiguos como ‘Nothing Lasts Forever’ o, peor aún, singles recientes de «comeback» como ‘Think I Need It Too’.
Lindstrøm & Christabelle El público del FIB no parece muy influido por Pitchfork y decidió no pasarse por el concierto de Lindstrøm y Christabelle. Llegando bastante tarde era perfectamente factible ponerse en primera fila, en frente del mismísimo guaperas. Inexplicable, por otro lado, la decisión del gurú de la electrónica actual de seguir publicando con un personaje como Christabelle, que parece sacado de la resaca electroclash. Vestida con una malla de cada color y con un vinilo en la cabeza, entre otras cosas, esta Róisín Murphy wannabe se dedicó a malbailar de un lado a otro del escenario con bastante poca gracia. Una pena porque las bases casi synthpop y vocoders de él, con alguna idea funky incorporada, a veces se acercaban a la categoría de hit.
Midnight Juggernauts: El grueso del público llegó tarde al concierto de los australianos, a causa de la hora a la que terminaron Gorillaz. Con un sonido demasiado sucio y muy flojo al principio (algo que ya les había sucedido a Cut Copy el día anterior), los fibers tardaron un poco más de lo normal en entrar a su show, que se animó de verdad sólo con los tres últimos temas.
Yuksek: Muy efectiva la idea de utilizar la mitad del tiempo para hacer una sesión y la otra mitad para hacer concierto. Yuksek puede jactarse de haber tenido a la gente bailando de lo lindo desde el principio hasta el final. Aunque al comienzo los asistentes eran más bien escasos, la típica gente que pasaba por ahí se fue uniendo a una propuesta que divagó entre el pop, la electrónica y el techno. Cuando se despidió, cogiendo el micrófono (algo que ya había hecho para presentarse) antes de la última canción y hablando inglés con un afiladísimo acento francés, se le notaba realmente emocionado. Y no es para menos.
Leftfield: El grupo aprovechó la megapantalla colocada en el Escenario Verde por Gorillaz, que habían actuado un par de horas antes, para ofrecer también un buen espectáculo audovisual, protagonizado por proyecciones cibernéticas que, sobre todo en forma de sol, hipnotizaban a un más que tocado público ya a las cuatro de la madrugada del último día, que difícilmente podía coscarse ya de lo que veía, oía y hacía. No obstante, su recuperación de la electrónica noventera de canciones tipo ‘Phat Planet’ fue entretenida y nos puso de buen humor para aguantar hasta que nos echaron con las escobas. Sebas, Farala