Espanto no serían lo mismo sin esos indios que pulsan botones que encienden hogueras (‘Ninguna parte’) o sin esas prendas de ropa que sirven para hablar de almas desteñidas a las que se les ha descosido una esquina (‘El pantalón’). Con recursos parecidos a Nosoträsh o Pauline en la Playa, Teresa y Luis elaboran un mundo definitivamente mucho más cercano a Le Mans y Single, donde lo cotidiano tiende a volverse perverso, trágico o patético.
Sin embargo, cuando el grupo da en la diana de verdad es cuando compone canciones más llanas, en este caso una falsa nostalgia de la que ‘Chicos del siglo XX’ o ‘Los números de teléfono’ serían la mejor expresión. La primera pasa de hablar de niños que forman «sociedades secretas» para «salvar este planeta de gente entrometida y personas aburridas» a retratar precisamente a personas aburridas que en la cena de empresa se sientan «junto al gerente» y estrechan «la mano del presidente». La segunda se pregunta cuánto tiempo se recuerdan los teléfonos pero concluye, rozando una triste autoparodia, «no me llames ahora, que podría darme un infarto y no estoy ya para sustos. Tengo un hijo, va a ser notario».
Musicalmente, el rollo lo-fi roza lo monótono (¿como metáfora sobre lo que representan muchos de sus personajes?), pero despunta por completo cuando el dúo se entrega a la distorsión, elevando ‘Lluvia y viento’ al podio de sus mejores canciones. Aunque es un placer comprobar cómo apenas una guitarra acústica y un teclado hacen de ‘Chicos del siglo XX’ una canción más épica que el tercer disco de Coldplay entero, será curioso ver qué hacen los remezcladores de ‘Érrimos’ en la próxima reedición en Austrohúngaro con canciones de este potencial.
Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘Lluvia y viento’, ‘Ninguna parte’, ‘Los números de teléfono’, ‘Chicos del siglo XX’
Te gustará si te gustan: Le Mans, Moldy Peaches, Birra y Perdiz
Escúchalo: en Hipersónica, MySpace