M. Ward & Howe Gelb @ Teatro Lara

El cartel de anoche en el Teatro Lara parecía de ensueño a priori: M. Ward, cantautor que disco a disco se ha labrado un cada vez mayor grupo de seguidores en todo el mundo (bien, puede que su alianza con Zooey Deschanel en She & Him haya resultado de ayuda), junto al veterano Howe Gelb, que en solitario o como Giant Sand es uno de los nombres clave en el nacimiento de la Americana, al que le avalan sus más de 25 años haciendo su propio y personal camino en la música. Y tan atractiva propuesta no pudo sino agotar todo el papel con varios días de antelación. Sin embargo, la velada resultó algo menos gloriosa de lo que presumía.


Los conciertos de Howe Gelb suelen ser una incógnita constante (con la notable excepción de su reproducción de ‘At San Quentin’ de Johnny Cash). Con su gran estatura y gigantesco sombrero de cowboy, se sube al escenario sin guión o apenas un boceto. Se sienta al piano o con su guitarra y juguetea con los pedales del micro, dando profundidad a su personal voz, esperando a que un soplo de inspiración pase lo suficientemente cercano para atraparlo y entregárselo a un público tan desconcertado como agradecido. Agradecido porque, cuando esa inspiración llega, estremece. Pero tan pronto como viene se va, y él continua sus juegos, tirando piezas metálicas al interior del piano de cola para modificar el sonido de sus cuerdas. Resulta divertido, pero a veces exasperante. Cuando se cansa, invita a su Band Of Gypsies (con Fernando Vacas, sin Raimundo Amador), una de sus últimas obras, en la que ha estrechado lazos con el flamenco. Con dos guitarras y un cajón, Gelb ataca las canciones de ese disco (la más definida fue ‘Uneven Light Of Day’) pero sin corsés, con un aire de improvisación que de nuevo deja la inspiración a la suerte y el instinto. No es decepcionante si ya conoces la ocasional dispersión del de Tucson, y como calentamiento es un show entretenido, sin más. 5,9

Matt Ward, que precisamente editó su primera referencia en el sello de Gelb después de que este recibiera una cassette de aquel, ya nos había deslumbrado con una gran banda en la presentación de ‘Hold Time’

. Tocaba ahora hacer lo propio sin más escudo que un pie de micro y una guitarra (o piano) y, desde luego, también sabe emocionar así. Su show va de menos a más (y eso que arrancó con la enorme ‘Chinese Translation’), a pesar incluso de un pedal malvado al que le dio por fastidiar los momentos cumbres de varias canciones, que obligaban a Ward a contorsionarse para terminarlas acercando la caja de su guitarra al micro de voz. Alternando momentos de ‘Hold Time‘, ‘Post-War’ y ‘Transfguration Of Vincent‘ (sublimes ‘Undertaker’ y ‘Sad, Sad Song’), y recuperando felizmente la preciosa ‘Fuel For Fire’, Ward realizó un paseo por una discografía que es, a su vez, una reinterpretación delicada y exquisita del mejor gospel, el blues y el country. Especialmente brillante fue el miniset al piano de cola, quizá el culmen de su concierto, bordando la maravillosa canción que da título a su último álbum, intercalando una acongojante ‘Vincent O’Brien’ y rematando con una versión de la agridulce ‘Story Of An Artist’ de Daniel Johnston, que tuvo el detalle de dedicar a todos los artistas de Madrid. Pero ese pedal, maldita sea su sombra, siguió dando guerra hasta el mismo final. 7,8

No todo quedó ahí. Matt tuvo la (mala) idea de invitar a su mentor Gelb y su cuadro flamenco a acompañarle improvisadamente en los bises. En otra mala decisión, dejó a Howe tomar la iniciativa y este prosiguió con su desbarre, arrancándose con una adaptación de ‘Light My Fire’ vía José Feliciano. Matt intentó enmendar la plana invitando a su nueva banda a acompañarle en su personal adaptación del ‘Let’s Dance’ de Bowie. Pero el caos con forma de jam session flamenca ya se había instalado en las tablas y no había manera de bajarla. Fue de lo anecdótico a lo pesado y contribuyó a dejar un sabor de boca agridulce al notable trabajo de Ward. Y, encima, Gelb amenazó con trasladar su dudoso espectáculo a la acampada de Sol. 4

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Publicado por
Raúl Guillén