No fui capaz de convencer a mis compañeros de que ‘Back To Black‘ era el mejor disco de la década pasada (finalmente en nuestra clasificación terminó en el puesto 4), pero siempre tuve la seguridad de que lo era (hace unas semanas compraba mi tercera copia, esta vez en vinilo). Aunque ‘Rehab’ ahora pasará a la historia como lo que siempre fue, una canción un tanto desagradable creada tras la negativa de Amy de permanecer en rehabilitación (ella decía que no estaba enganchada al alcohol, que simplemente estaba deprimida porque sufría mal de amores), la producción de la canción, especialmente en la sección de metales, era espectacular. Y no era la mejor de sus composiciones.
El mayor de sus logros fue construir un álbum que en media hora podía contener una cantidad tan sofocante de grandes emociones. Y digo contener porque ‘Back To Black’ jamás apostó por la estridencia fácil. Menos jazzie y menos Salaam Remi que ‘Frank’, que ya apuntaba maneras en pistas como ‘In My Bed’, ‘Amy Amy Amy’, ‘Cherry’ o ‘Stronger Than Me’, incluía canciones tan inmersas en una exquisita decadencia como la titular ‘Back To Black’ o tan pesimistas pero irresistibles como ‘Love Is A Losing Game’. La tortuosa relación con su a la postre ex marido Blake Fielder-Civil
(el disco era escrito tras una de sus múltiples rupturas) quedaba perfectamente reflejada en canciones llenas de tiras y aflojas como ‘You Know That I’m No Good’ y la soledad resultante de su separación en pistas tan descriptivas como ‘Wake Up Alone’. Entre las que nunca fueron editadas como single, nada de relleno: el estupendo reggae ‘Just Friends’ o la enorme ‘Me & Mr Jones’, aquel grito entre el dolor y la autoparodia que dejaba como glorioso estribillo: «¿qué tipo de mierda somos tú y yo?».Después de las ventas millonarias a ambos lados del Atlántico, de la gira que llegó a Madrid vía Rock In Rio y de los disgustos con su propio productor, Mark Ronson, las noticias sobre su tercer disco nunca fueron demasiado alentadoras. Amy informó a la prensa a través del telefonillo de que preparaba dos EP’s que nunca vieron la luz. Se dijo que sus nuevas composiciones eran «demasiado negras, suicidas» y se rumoreó que su sello quería dejar respirar el material que había presentado unos meses por ser demasiado oscuro o que no lo editaría hasta que Amy se hubiera recuperado del todo. Y eso que se conocían pistas finalizadas junto a Pete Doherty o Cee Lo Green.
Dicen que sus últimas actuaciones en directo rozaban lo nefasto (Youtube siempre está ahí para capturar los peores momentos de tu carrera), pero la esperanza nos hacía evitar pensar en un final así. Los que ansían que Amy se convierta en una leyenda del soul a la altura de las grandes (ya lo era) se apresurarán a hablar de que ha muerto a los 27 años, a la misma edad que Jim Morrison, Kurt Cobain, Jimi Hendrix o Janis Joplin. Para los que hemos adorado su voz y las canciones que escribía, la idea de que Amy sea un mito todavía es demasiado dura. Preferimos recordar lo hermosa que estaba en aquella audición en que interpretaba sus temas en acústico para Universal un año antes de lanzar ‘Frank’. Así, o caminando en el vídeo de ‘Tears Dry On Their Own’, la recordaremos siempre. Te queremos, Amy.