Así las cosas, no es extraño que los mancunianos WU LYF hayan ganado popularidad gracias precisamente a “no buscarla”: su entrada en la Wikipedia era continuamente borrada, se resistían a ofrecer entrevistas y ocultaban bajo pseudónimos los nombres de sus miembros e incluso de su mánager (qué casualidad: es fundador de una agencia de publicidad). Si a ello le añades una imagen labrada a base de cierto gusto por lo esotérico (su propio nombre es un acrónimo, dicen, de World Unite! Lucifer Youth Foundation, ‘Go Tell Fire To The Mountain’ ha sido grabado en una iglesia) y por los recortes de periódico (no hay más que visitar www.worldunite.org), que consiguen dar un tono trascendente a su mensaje, redondeas la jugada.
Vale, ahora son populares, tienen una imagen que los diferencia, pero ¿y la música? La versión oficial cuenta que su primer LP fue grabado por la banda misma (rechazaban productores) en una iglesia abandonada tras no estar contentos con sus anteriores grabaciones. De ser así, son unos excelentes ingenieros porque es uno de los discos mejor producidos en lo que va de año, con un sonido espectacular, muy cálido y sin ninguna estridencia, algo difícil de ver en los grupos de corte épico como ellos. Bajos redondos, teclados atmosféricos, guitarras limpias pero con mucha presencia, baterías compactas, casi sin armónicos, ligeras pero contundentes.
La voz es otra cosa. Ellery Roberts parece Caleb Folowill, de Kings of Leon, en un mal día de resaca y he de reconocer que hay ocasiones en que me saca de la canción. Está tan en éxtasis que muchas veces se le olvida cantar. Pero, en general, ‘Go Tell Fire To The Mountain’ se escucha sin problemas. ‘L Y F’, tras una introducción con un órgano de tubos (lo más característico del sonido de WU LYF), surge con una batería a lo Vampire Weekend, influencia rítmica muy presente a lo largo del disco. ‘Such a Sad Puppy Dog’, con su aire marcial, da rienda suelta al rollo épico; ‘Summas Bliss’ es una de esas canciones que caminan por sí solas, que van creciendo poco a poco, una gozada; ‘Spitting Blood’ sigue en esa senda a lo Vampire Weekend con rollo trascendente… y así hasta acabar con ‘Heavy Pop’, que funciona como epítome de todo lo oído anteriormente: épica, ganas de ser grandes, teclados que se quedan solos en algún momento de la canción y parece que te elevan, ritmos -incluidos los punteos de guitarra- movidos…
Parece en realidad que las canciones no se diferencian mucho entre sí, y quizá ésa, después de la voz, es la mayor pega del disco: tras más de una semana escuchándolo casi de continuo no consigo trocear el álbum, separarlo en canciones. Forman un conjunto en general algo plano, todas tienen momentos álgidos y paradas dramáticas, pero son demasiado homogéneas. Así pues, habrá que juzgar a ‘Go Tell Fire To The Mountain’ como poliedro de varias caras y, según cómo lo mires, te parecerá una cosa u otra. Pon una canción al azar y te parecerá buena, con un sonido estupendo. Pon el disco entero y te habrás perdido a los diez minutos.
Calificación: 6,5/10
Lo mejor: ‘Summas Bliss’, ‘Spitting Blood’
Te gustará si te gustan: Kings of Leon, Vampire Weekend, White Lies.
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