De esa manera se alternaban algunos de sus temas más históricos (abrió directamente con el bolerazo ‘Desde tu herida’) y una selección de los mejores cortes de su ya penúltimo disco (‘La canción del viento’, ‘Soy un niño’ o la inconmensurable ‘A nadie’) junto a interpretaciones de composiciones de otros autores. Entre estas últimas cabe destacar la versión de ‘Le poinçonneur des Lilas’, fiel a la original de Gainsbourg y especialmente cargada de arrojo, o su recreación -y, pese a las apariencias, más cercana a la de Bambino que a la de Raphael- del ‘Te estoy queriendo tanto’ de Manuel Alejandro.
Con un sentido escénico a medio camino entre un Alan Vega y un Jacques Brel, Corcobado repasó también canciones de corte más tropical y -en inicio- relajado, como ‘The Shadow of Your Smile’, ‘Carioca’ o ‘Coraçao vagabundo’, así como hasta dos rancheras de Jose Alfredo Jiménez (finalizó con ‘El Rey’). Entre medias, ráfagas de distorsión e incluso una versión de Spacemen 3. Especialmente memorable fue su ‘Noche de Ronda’, el tema de Agustín Lara del que toma prestado el título del nuevo disco, a solas con Susana Cáncer al inicio del bis.
En definitiva, un espectáculo heterogéneo y singular, tan repleto de exceso y drama como individualista y falto de prejuicios musicales, al que sólo se podría achacar una iluminación criminal, un sonido mejorable y unas sillas casi tan incómodas como los demonios que deben inspirar al propio Corcobado. 8.