Fincher, junto al prestigioso guionista Steven Zaillian (‘La lista de Schindler’), era muy consciente de dos cosas: la enorme repercusión popular de la obra (además de la existencia de las anteriores adaptaciones suecas) y lo hipertrofiada de la misma. Había que tomar, por tanto, dos medidas: no articular la película solamente alrededor de la identidad del asesino (la mayoría ya la sabemos) y meter mucha tijera.
Para lo primero ha decidido potenciar otros aspectos de la historia: la atmósfera (el relato se mantiene, afortunadamente, en su contexto sueco original), la relación entre los dos protagonistas (correcto Daniel Craig, conmovedora Rooney Mara) y el proceso de desenmascaramiento de los pecados ocultos de la burguesía sueca. Además, ha incorporado una extraordinaria banda sonora, plena de matices y efectos perturbadores, obra de Trent Reznor y Atticus Ross (incluyendo unos potentes créditos iniciales con la versión del ‘Immigrant Song’ de los Zeppelin interpretada por Karen O).
Para lo segundo, director y guionista han recortado el alargado relato original con decisiones polémicas pero, salvo el anticlimático e inverosímil epílogo final, muy satisfactorias. La historia fluye mejor eliminando, por ejemplo, la relación sentimental entre el protagonista y Cecilia Vanger, el capítulo que transcurre en Australia o la manera en que Mikael Blomkvist entra “en la boca del lobo”. La secuencia que incluye la frase “la gente teme menos al dolor que a ofender”, original de Zaillian, es todo un hallazgo que supera con creces la convencional resolución de esa parte en la novela.
Pero lo que realmente brilla en esta adaptación es la capacidad narrativa de Fincher. Como ya demostró en ‘La red social’ (2010), su talento para muscular el relato y dotarlo de ritmo es asombroso. Solo por ver cómo resuelve en imágenes toda la investigación que a Larsson le ocupa más de la mitad de la novela merece la pena pagar una entrada. El chiste “¿para qué voy a leer el libro si puedo ver la película?” nunca ha sido más verdad. 8,5.