Adaptación de la novela homónima de Jonathan Safran Foer (autor de la fabulosa ‘Todo está iluminado’), ‘Tan fuerte, tan cerca’ es una película que, amparándose en la coartada dramática del 11-S, lanza un ataque ético y estético contra espectador. ¿Sus armas? Dos: la impostura y el sentimentalismo.
Stephen Daldry ha hecho cosmética cinematográfica: un “poético” desenfocado por aquí, una “literaria” voz en off por allá, mientras suena a todo volumen Alexandre Desplat (¡ocho bandas sonoras en 2011!) “homenajeando” a Philip Glass. Maquillaje caro para hacer parecer sublime lo que solo es afectado. En su intento por recorrer a pie la geografía sentimental de una ciudad herida, traumatizada, el director acaba atropellando al espectador con un maratón de falsedad lacrimógena.
Al lado de este chorretón de sensiblería, ‘Criadas y señoras’ o ‘War Horse’ parecen dirigidas por Bergman. Y hablando del director sueco, menos mal que sale Max Von Sydow. Su misteriosa presencia como “el inquilino” y su periplo junto al niño por las calles de Nueva York es lo único interesante de las más de dos horas que dura la película.
Pero quizá lo más irritante de todo es que ‘Tan fuerte, tan cerca’ se haya colado entre las candidatas al Oscar a la mejor película. ¿De verdad esto es mejor que ‘Drive’, ‘Los idus de Marzo’ o ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’? 3.