Supersubmarina / Santacruz

El aburridísimo debate (por no llamarlo «guerra») entre indie y mainstream resurge, vigente como en los 90, de vez en cuando. A pesar de que Sr Chinarro, Delorean, Nacho Vegas y hasta Klaus & Kinski producen entradas en la lista de ventas similares a las de ex concursantes de Operación Triunfo, viejas glorias tipo Jarabe de palo o representantes de Eurovisión, todavía hay gente que cree que el éxito comercial está reñido con la honestidad o la autenticidad, como demostró el revuelo formado cuando Supersubmarina estrenaron un vídeo en la web de Los 40 Principales.

Una vez más, no cabe sino alegrarse de que el grupo de Baeza fichase por Sony, llene salas y pueda vivir de su música. Otra cosa es si ‘Santacruz’ les consolida en el plano artístico o los deja en el mismo limbo que ‘Electroviral’. Supersubmarina han decidido contar en la mezcla de este segundo álbum con Tony Doogan (Belle & Sebastian), que produjo el año pasado a su compañera de sello Russian Red, dando al conjunto un título que curiosamente recuerda a ‘Fuerteventura‘ pero no tiene nada que ver (‘Santacruz’ hace referencia a una sufrida y pizpireta expresión andaluza). El resultado es también distinto al debut de Supersubmarina, pero en un sentido completamente diferente al caso de Lourdes: estamos ante un disco nada retro, con más empaque en su sonido (ha sido masterizado en Nueva York), y sobre todo con una mayor disposición por la trascendencia y la gravedad, que tiende a Héroes del Silencio, aunque sin su imaginativa para las letras.

Hay un momento en ‘Hermética’ en que el vocalista José Chino confiesa y, de hecho, repite: «a mí me gusta ser más básico, más visceral, más práctico» y esa parece por un lado la clave de su éxito, y por otro, la condena de un álbum que abusa de letras manidas de amor (casi todas) y sociedad (‘El baile de los muertos’), rimas en participio y recursos propios de La Oreja de Van Gogh («Yo quiero que me regales tres segundos inmortales / untándome de tus planes», «Perfumando cada escena con olores de jazmín / Intoxicando el aire / Pobrecito de mí» o «Vengo a decirte que el tiempo que ya llevamos perdidos / Es solo un punto pequeño en el cielo del olvido»).

A veces, después de una canción tan preparada para ser cantada por Amaia Montero y Leire como ‘De las dudas infinitas’, surge algo tan popi y fresco como ese ‘Tecnicolor’ que encierra tanta energía como un ‘Walking On Sunshine’ (aunque ese «joder» incorporado tiene todavía mucho que aprender de Fernando Alfaro). Podemos rescatar algún punteo heredado del pop anglosajón como el de ‘En mis venas‘ y adivinar algún atisbo de ambición en ‘Para dormir cuando no estés’ (entre Los Planetas y Arcade Fire) o en la final ‘Hogueras’.

En ellas o en ‘Cometas’ encontramos motivos para celebrar que Supersubmarina sigan ejerciendo de puente (todavía necesario) entre el mundo comercial y el mundo underground, y se consoliden como importante reclamo para festivales, aunque ello no implique que sus composiciones sean precisamente las más relucientes y originales del panorama.

Calificación: 4/10
Lo mejor: ‘Tecnicolor’, ‘Cometas’, ‘Tu saeta’
Te gustará si te gustan: lo mismo Lori Meyers que La Oreja de Van Gogh y Vetusta Morla
Escúchalo: Spotify

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Publicado por
Sebas E. Alonso