Cuál no habrá sido mi sorpresa al ver que Twitter, en lugar de aplaudir la medida, bullía con críticas al doblaje (yo es que no he hecho ni intención, porque preveía que iba a ser deleznable), pero también al hecho de que se emitiese en catalán. Vale que ha habido algún gazapo que otro con los subtítulos pero, ¿no merece al menos un pequeño reconocimiento que la cadena haya escuchado lo que tantas personas han demandado durante tanto tiempo? Ojalá hagan lo mismo con próximos estrenos como ‘Juego de Tronos’.
Otra de las críticas hacia la serie en la red social era el excesivo parecido entre la serie y ‘Planta 4ª’, la película dirigida por Antonio Mercero. Pocas sorpresas aquí, porque el guionista de ambas es el mismo, Albert Espinosa (escritor también de libros como ‘Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo’) y conocedor a fondo del mundo hospitalario: ha pasado diez años de su vida ingresado en diferentes centros.
Dicho esto, a nadie se le escapa que las alas de pediatría (que abarca hasta los 18 años, y a veces incluso más) de los hospitales no deberían existir. Sonará demagógico, pero hay pocos lugares más tristes que esos, por muchos enanitos que se pinten en sus paredes y muchos juguetes que haya en sus salas comunes. Quizá por eso Espinosa intenta, de la mano de Pau Freixas (‘Los misterios de Laura’, ‘Héroes’), dar un toque esperanzador a tanto drama adolescente en forma de diagnóstico médico, también con la intención de que al telespectador no le dé un parraque con tanto lloriqueo. Para ello se vale fundamentalmente del humor (a veces con más tino que otras); de la franqueza (no hay nadie menos inclinado a los eufemismos que un enfermo) y también a un entorno onírico que a mí personalmente me sobra y que recuerda levemente (aunque mil veces menos recargado) al de Guillermo Fesser en ‘Camino’.
Porque oh, sí, estamos ante una serie que recurre al drama, e incluso a veces de una forma algo gratuita. Pero quizá lo único que hace que ‘Pulseras Rojas’, sin ser mala serie, resulte algo cargante no sean los niños, ni sus enfermedades, ni siquiera los recursos estilísticos. Quizá lo que más duela es que entre los personajes se encierren una cantidad de esterotipos (la madre culpable; la madre sufrida a la que el marido no apoya porque está continuamente en el trabajo; el niño desatendido, rebelde y que carece de amigos de verdad…) facilones cuando en realidad bien podrían haber ido por otros derroteros y contar cómo, hasta hace poco, los padres tenían que conseguir bajas médicas como fuera para poder estar con sus hijos enfermos).
Eso sí, si hubiera que quedarse con un estereotipo, ese sería el hecho de que todo el personal de las zonas de pediatría de los hospitales es absolutamente maravilloso, porque ese es uno de los pocos que suelen cumplirse a rajatabla.
Calificación: 7/10
Destacamos: que ya están rodando la segunda temporada, e incluso Steven Spielberg pretende adaptarla en Estados Unidos.
Te gustará si te gusta: el drama hospitalario y las historias de superación.
Predictor: es posible que haga un buen share, pero habrá que ver su evolución en Nova, destino final de la serie.