¿Qué es Animal Collective? Una de las bandas más importantes del siglo XXI tiene una trayectoria tan mutante como el grupo en sí, que ni siquiera puede ser definido como grupo al uso. En solo cuatro de sus nueve álbumes largos figuran todos sus integrantes reconocidos: Avey Tare (Dave Portner), Panda Bear (Noah Lennox), Deakin (Josh Dibb) y Geologist (Brian Weitz). El nombre surgió de Animal Label, el sello discográfico que Lennox y Dibb crearon (aunque en principio se llamó Soccer Star Records y, actualmente, es Paw Tracks) para lanzar el primer y homónimo disco de Panda Bear en 1998. Solo empezaron a usar Animal Collective a partir de su cuarto álbum, ‘Here Comes The Indian’, precisamente el primero en el que tocan todos: entonces se dieron cuenta -también fue una «sugerencia» de su discográfica- de que poner sus cuatro apodos en la portada podía quedar demasiado largo. En las reediciones de los anteriores discos se ha sustituido la relación de nombres por el genérico que los agrupa.
Los cuatro miembros se conocen y llevan haciendo música juntos desde adolescentes. De hecho, Portner, Dibb y Weitz formaron una primera banda, Automine, junto a otros compañeros de clase, y se autoeditaron un single en 1995, ‘Padington Band’, muy influido por los Pavement más sentimentales. Portner y Weitz, posteriormente, formaron Wendy Darling atraídos por la música de las películas de terror -de las que son grandes fans- y artistas como Gyorgy Ligeti. Entonces… ¿Por qué los discos en solitario de Panda Bear y Avey Tare no forman parte del canon? Aunque participe algún miembro más del colectivo, la labor compositiva recae toda en una sola persona (o conjuntamente con alguien de fuera, como Kria Brekkan, mujer de Portner y miembro de múm, en el disco conjunto ‘Pullhair Rubeye’). Sin embargo, y para confundir más al personal, ‘Spirit They’re Gone, Spirit They’ve Vanished’ está compuesto por Portner en su totalidad: le pidió a Lennox que incluyera baterías y por ello se lanzó bajo el nombre de Avey Tare y Panda Bear. De cualquier manera, pese a las constantes idas y venidas de sus miembros en esta libre asociación y pese a su estilo mutante, hay una constante detrás de los discos de Animal Collective que los hace pertenecientes a un mismo espíritu. Aquí va una una revisión de sus LPs y EPs de estudio.
Spirit They’re Gone, Spirity They’ve Vanished (2000): Dave Portner dice que este disco está lleno de oscuridad porque pertenece a una época lúgubre de su vida: se acababa de mudar de Baltimore a Nueva York para estudiar y su único amigo en la gran ciudad era Brian Weitz (Geologist). Curiosamente, es el LP más luminoso y pop de la producción temprana de la banda y fue con Noah Lennox con quien finalizó el disco, viajando cada fin de semana a su ciudad natal para grabar cosas y seguir mezclando los temas.
El álbum está lleno de los ambientes sintéticos entre acuáticos y oníricos de los primeros Animal Collective, en los que te puedes dejar llevar por sus voces etéreas, casi masajeantes, a pesar de algunas sorpresas en forma de estridencias que hacen mantenerte alerta. La batería de Lennox, que toca con escobillas, los bajos sordos y saltarines del Roland SH-2 y la inclusión del piano en la maraña de ruido electrónico hacen que ‘Spirity They’re Gone…’ tenga un sonido muy característico y original. Además, a pesar de las aparentes densidad y dispersión de sus primeras escuchas, está lleno de canciones adictivas como ‘April & The Phantom’, con su silbido sintético, la preciosa ‘Penny Dreadfuls’ -compuesta en principio para Automine-, la evocadora ‘Chocolate Girl’, en la que la batería parece ascender y estallar a cada momento como si fueran unos fuegos artificiales, o la nostálgica ‘Someday I’ll Grow To Be As Tall As The Giant’. A pesar de la larga duración de algunos temas, es un álbum que guarda un cuidadoso equilibrio entre las envolturas experimentales y su corazón pop. 8.
Danse Manatee (2001): En el verano de 2000, los cuatro miembros del futuro Colectivo Animal se juntan en el apartamento de Portner en Nueva York con sintes viejos, acústicas y objetos cualesquiera a modo de percusión. La estancia marca el punto de inflexión en sus carreras: se puede decir que a partir de aquí ya son un grupo. No obstante, la siguiente referencia será firmada como Avey Tare, Panda Bear y Geologist, sin Deakin.
‘Danse Manatee’ es más experimental que su antecesor: el objetivo era jugar con las frecuencias altas y bajas y ver cómo se reparten en el espacio de una habitación. Así que la primera precaución que hay que tomar con el disco es no escucharlo con auriculares sino con un buen equipo que pueda reproducir todo el espectro sonoro. De todas formas, lo que más llama la atención no es el uso de subgraves o agudos desagradables, sino el carácter tribal de la música: los ritmos monótonos imponen su presencia, y junto a unas voces alucinadas y cada vez más tratadas dan al disco un toque hipnótico que le emparenta con figuras semiescondidas del krautrock como Amon Düül o Popol Vuh. La canción no importa, lo realmente importante es la sensación que causa la música. Así, los temas, a pesar de estar a veces claramente delimitados, se suceden como un continuo. No hay término medio: pistas que no llegan a los dos minutos de sonidos a veces inclasificables y siempre fríos se mezclan con otras que superan los siete y que varían sin una lógica aparente. El único atisbo de canción estructurada es la pista final, ‘In The Singing Box’.
‘Danse Manatee’ parece estar en un segundo plano, como el sonido ambiente en las películas. No es una colección de canciones, es una experiencia. Psicodelia primitiva y electrónica. Era la época en que tomaban LSD y montaban grandes improvisaciones en directo, de lo cual da buena cuenta ‘Hollinndagain’ (2002), grabado en la primera gran gira que realizaron, junto a sus amigos Black Dice, y que sigue en esa estela. Son momentos en que la hemorragia de creatividad del colectivo se desborda por todas partes, sin cauce fijo, lo cual hace que su música se resienta. Han encontrado un sonido único -una constante en su carrera: mutar continuamente pero siempre bajo un sonido especial, rabiosamente propio- pero todavía les falta el vehículo adecuado para mostrarlo al mundo. 5.
Campfire Songs (2003): Su primera gira en serio fue desastrosa, y ante tal éxito decidieron parar la actividad durante un año. El ritmo editorial del grupo no frenó, sin embargo, y lanzaron un disco grabado en directo en el porche de la casa de la tía de Portner, en Mokton, Maryland, en 2001. Tocaron Avey Tare, Panda Bear y Deakin, mientras que Geologist registró la sesión en tres minidiscs, por lo que es la primera grabación de Animal Collective en la que están presentes de alguna manera los cuatro.
Querían transmitir la calidez y el espíritu de una fogata nocturna en el campo. Y lo consiguieron, a su manera. Las guitarras (el único instrumento que tocan, al que se añaden la voz humana y el sonido ambiente) forman sinuosos oleajes, mantras, y el tiempo parece detenerse. Parece que no hay voces solistas sino solo coros. Las melodías surgen y se desvanecen mecidas por el rasgueo de las cuerdas, como si fueran nanas. Prueba a ponerte el disco de noche, en silencio, tumbado en la cama y pronto del techo de la habitación surgirán constelaciones, planetas y alguna estrella fugaz, por la ventana entrará una brisa fresca y del exterior los grillos acompañarán estas cinco canciones sin principio ni fin, sin clímax ni valles, que no pretenden imponerse al silencio sino acompañarlo en un momento confuso entre la vigilia y el sueño. Nos obliga a bajar el ritmo vital, a separarnos de la rapidez y la fugacidad de la vida cotidiana. Un disco ideal para escaparse y montar una isla desierta en nuestra casa. 7.
Here Comes The Indian (2003): Todo lo que en ‘Danse Manatee’ resulta denso, confuso y, en una palabra, pesado, aquí toma pulso y se transforma en apasionante. Pocas veces un disco clasificado como experimental ha resultado tan emocionante, desde ese comienzo -‘Native Belle’- en el que ruidos electrónicos surgen del silencio como animales robóticos en una selva de bits, hasta la batería frenética de Noah Lennox y los gritos de ‘Two Sails On A Sound’, pasando por los oleajes de guitarra de ‘Infant Dressing Table’, que hacen presagiar lo que vendrá dos años después con ‘Feels’. El contraste entre los momentos contemplativos de una belleza abstracta e inusual (‘Too Soon’) y los ataques de rabia (‘Hey Light’), junto a los episodios en que la tensión va creciendo por momentos sin saber dónde va a acabar (‘Panic’) dan al disco un carácter variado, nunca aburrido a pesar de la densidad de algunos de sus tramos. ‘Here Comes The Indian’ es como un día en un paisaje electrónico desde que sale el sol hasta que anochece, con sus momentos de lluvia y tormenta, sus animales reposando después de comer o huyendo perseguidos por un depredador… Para el que esto escribe, la primera obra maestra de Animal Collective. Como curiosidad, existe una versión del disco circulando por internet con una mezcla y un orden de las canciones diferentes, llamada ‘Ark’. 9.
Sung Tongs (2004): Aquí Animal Collective vuelve a ser únicamente Portner y Lennox, que reducen su arsenal a guitarras acústicas, percusiones, voces y algún efecto. No les hace falta otra cosa para sonar evocadores (‘The Softest Voice’) o contundentes (‘We Tigers’). El principal cambio de todos, no obstante, es el paso a canciones muy definidas, con fuerte protagonismo de las melodías más originales y raramente tarareables de los últimos diez o veinte años: ‘Leaf House’, ‘Who Could Win a Rabbit’, ‘Winters Love’ y ‘Mouth Wooed Her’ son de lo mejor de su producción musical. Algunas guitarras (‘Sweet Road’) y las percusiones (las mencionadas ‘Winters Love’ y ‘We Tigers’) tienen un espíritu tribal que les ha hecho ser asociados desde ese momento con gente de vagas influencias africanistas como Vampire Weekend. El mayor vínculo con el pasado son los nostálgicos doce minutos de ‘Visiting Friends’, llenos de susurros y suaves rasgueos de las seis cuerdas. ‘Sung Tongs’ es un disco rompedor, adictivo y el paso definitivo del grupo hacia las estructuras del pop, a la preponderancia de la canción sobre la sensación. 9.
Por la misma época, lanzan un single conjunto junto a Black Dice, en el que cada grupo ocupa una cara. ‘Wastered’ tiene más que ver con los Animal Collective orgánicos de ‘Here Comes The Indian’, con ese aire de misterio influido por gente como Fennesz pero también por el gamelán, música javanesa, llena de metalófonos, xilófonos, crótalos, etc. La influencia de esta música es, al menos en los primeros años de la banda, más fuerte que la de otras músicas mal llamadas étnicas.
Prospect Hummer (2005): Four Tet les presentó a la delicada cantante folk de los años sesenta Vashti Bunyan y enseguida le pidieron que cantara con ellos. Son grandes fans de esa joya que es ‘Just Another Diamond Day’ (1970). En este EP de cuatro temas las guitarras se tornan más frágiles y mansas, acordes a la voz de Bunyan, que llevaba treinta años retirada de la música. Todo suena más domesticado que en ‘Sung Tongs’ y entra mejor en principio, pero es sin duda deudor de su larga sombra. La magia de ‘It’s You’ y el encanto de ‘I Remember Learning How To Dive’ son merecedores de atención propia y no desmerecerían dentro de su hermano mayor. Como curiosidad, hay un tema instrumental, ‘Baleen Sample’, obra de Geologist, que por aquella época había empezado un trabajo diario y no podía seguir la trayectoria del grupo tanto como quisiera, dejándoles este regalo como compensación. 7,5
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Feels (2005): Poco a poco, la crítica y el público empiezan a interesarse más por Animal Collective, que van abandonando el sambenito de freaks y abriéndose camino entre las orejas más convencionales. Y lo hacen con un álbum engañoso: las enormes ‘Did You See The Words’ y ‘Grass’ hacen presagiar un salto definitivo al pop bajo la extensa sombra de Mercury Rev. El envoltorio es también más convencional, con guitarras eléctricas, batería… El sonido se hace más profesional gracias a la ayuda del ingeniero de sonido Scott Colburn. Vale. A partir de ‘Flesh Canoe’ empiezas a sospechar que lo único que han cambiado son los ropajes. ‘The Purple Bottle’ te hace dudar, pero con ‘Bees’ confirmas esa sensación: otra vez paisajes etéreos, exóticos, sonidos acuáticos, quietud, sensación por encima de estructura. El propio nombre del disco lo dice. ‘Daffy Duck’ y ‘Loch Raven’ -esta última con el regreso de las percusiones tribales- siguen la misma onda. Son dos temas de sonido muy hermoso y cuidado -la principal característica del disco- pero no sorprenden tanto como esa maravilla que es ‘Banshee Beat’. Quizá por ser un paso hacia la madurez no parece tan rompedor como los anteriores discos, pero sin duda mantiene una alta calidad. 8.
People (2006): Quién diría que este EP está formado por descartes de ‘Feels’. El tema que da nombre a este disco y ‘Tikwid’ podrían figurar en un hipotético recopilatorio de lo mejor de Animal Collective. Quizá el espíritu de ambas canciones no era acorde con el resto del repertorio, pero son una gozada: ‘People’, con ese ascenso constante hacia la felicidad, y ‘Tikwid’, por su melodía juguetona y esa guitarra que la acompaña como un perro saltarín a su dueño. Cierran el EP la alucinógena ‘My Favorite Colors’, que es más un esbozo que una canción, y una versión en directo de ‘People’. 7.
Strawberry Jam (2007): El principal problema de ‘Strawberry Jam’ ha sido el éxito arrasador de ‘Merriweather Post Pavilion’, que ha tapado su trascendencia, porque este es el disco con el que soñarían hasta los más grandes. Llamadme sacrílego pero lo pongo a la altura del ‘Ziggy Stardust’, del ‘Oddesey And Oracle’, del ‘The Velvet Underground And Nico’… vamos, de los clásicos. Noah Lennox decía en una entrevista que es una grabación que tiene mucha energía, en contraste con sus álbumes anteriores, más contemplativos. Es cierto: ‘Peacebone’ resucita a un muerto y con ‘Chores’ empieza a dar saltos. También hay cabida para la soñadora ‘Fireworks’, una maravilla ensoñadora de casi siete minutos. Todo encaja: como en las obras maestras, cada canción es única, te pone de un humor diferente, pero no desentona con el resto. Apuntaos entre las joyas ocultas ‘Winter Wonder Land’ y ‘Derek’. Este disco es un compendio de todo lo que ha aprendido Animal Collective -mantras sonoros, ritmos tribales, voces procesadas…- pero dando un paso adelante, soltando los lastres del pasado y aventurándose en un sonido variado y de gran calidad. 10.
‘Strawberry Jam’ marca el inicio del estado de gracia creativa de Animal Collective. El mismo año, Panda Bear factura el espléndido ‘Person Pitch‘, su tercer disco en solitario tras el mencionado homónimo y el sentido ‘Young Prayer’ (2004), que compuso para amenizar los últimos días de su padre y que solo tiene guitarra acústica y voz, pero que de ninguna manera es un disco folk. Avey Tare, por su parte, factura junto a su mujer Kria Brekkan el irregular pero interesante ‘Pullhair Rubeye’. Curiosamente, Josh Dibb, o lo que es lo mismo, Deakin, dejará el grupo durante una buena temporada, retomándolo para el estudio después de ‘Merriweather Post Pavilion’ pero para el directo habrá que esperar a 2011.
Water Curses (2008): Otro EP de descartes, en esta ocasión no tan agraciado como ‘People’ pero, al igual que este, con un gran tema que le da título al disco. ‘Street Flash’, sin ser una mala canción, se hace demasiado larga; ‘Cobwebs’ es la canción que Animal Collective haría para Boards Of Canada y ‘Seal Eyeing’ parece más un descarte de ‘Feels’. 6.
Merriweather Post Pavilion (2009): La crítica del disco de mi compañero Raúl Guillén en JENESAISPOP decía lo siguiente: «Se habla de ‘Merriweather’ como El Disco Pop de Animal Collective. Y sí, es verdad. Pero que nadie se confunda. Las canciones de Avey Tare, Panda Bear y Geologist siguen siendo complejas. Pero sí es cierto que tienden cada vez más a la estructura tradicional de canción, presentan cada vez más (y mejores) estribillos y las letras alcanzan a entenderse casi siempre, mostrando que incluso así son seductores, sorprendentes, enigmáticos, adictivos y necesarios. Unos ya estarán cansados de oír hablar de ellos como la panacea, otros los han descubierto ahora y les parecerán la panacea, otros sentirán que el espíritu out y de vanguardia se ha perdido y les parecerán unos vendidos… Nada de eso importa demasiado. El desafío o la oferta (según se mire) de ‘Merriweather Post Pavillion’ está aquí y ahora, al alcance de todos, y cada uno debe obrar en consecuencia. Alza las manos si comprendes». Añado solo dos apuntes. El primero: el nombre del disco se refiere a una sala de conciertos en Maryland. Un día, siendo adolescentes, Dave Portner y Brian Weitz estaban escuchando a Neu! y empezaron a imaginarse cómo sonaría el grupo en dicho lugar. «Esto es tan Merriweather». Se volvió una palabra para designar algo épico o grandioso. El segundo: la primera vez que escuché el disco fue una noche de invierno (se puso a la venta en enero), saliendo a correr por las fábricas que hay detrás de mi casa con mi mp3 a cuestas. Y sí, fue tan Merriweather… 9.
Fall Be Kind (2009): Como en anteriores ocasiones, el EP sigue a la publicación del LP. En esta ocasión son cinco canciones que continúan esa senda «Merriweather». ‘Graze’, después de su comienzo majestuoso, se transforma gracias a unas flautas sintéticas que parecen tocar una graciosa melodía de folklore europeo. ‘What Would I Want? Sky’ es la canción que Animal Collective haría para U2. Como curiosidad, contiene el primer sample acreditado de The Greatful Dead, una de las bandas fetiche de nuestros protagonistas. ‘Bleeding’ entraría en la categoría de canciones alucinógenas y ‘On A Highway’ suena delicada y es de lo mejor del EP. Por último, ‘I Think I Can’ y sus juegos de voces a lo Beach Boys podría figurar perfectamente en el ‘Person Pitch’ de Panda Bear. En general y como en el caso de ‘Merriweather Post Pavilion’, ‘Fall Be Kind’ es de una belleza gélida y casi urbana. Mientras casi toda la producción anterior puede llevarte a lugares desconocidos donde el ser humano apenas ha puesto el pie, la cercana, aunque mantiene ese espíritu de «música al aire libre» que han mencionado en más de una entrevista, parece más apegada a la ciudad, como un zorro que se pierde entre las avenidas. 7.
Después de MPP, la hemorragia creativa de Animal Collective continúa expandiendo fronteras, en esta ocasión entre lo musical y lo visual, con ‘ODDSAC’, un «álbum visual», como lo han definido, con su amigo Danny Perez en la cámara (autor de algunos de los vídeos de la banda, entre ellos, el del último single hasta la fecha, ‘Today’s Supernatural’), y que es una especie de mezcla entre la escena final de ‘2001: Una odisea en el espacio’ y las películas de terror que tanto gustan al colectivo. También, ‘Transverse Temporal Gyrus’, una instalación que pusieron en marcha en el museo Guggenheim de Nueva York en 2010 con motivo de su 50 aniversario y en el que volvieron a contar con Danny Perez. El nombre es el que se le da en inglés a la primera estructura cerebral que procesa la información auditiva. Dividida en dos partes, la música salió a la venta en disco para celebrar el ‘Record Store Day’ de 2012. Como por su origen no es algo puramente sonoro, no lo incluyo en la discografía oficial, pero se puede decir que es un paso adelante en la exploración sonora de los primeros Animal Collective, ya sabéis, los de la sensación por encima de la canción, pero con un sonido más ajustado a sus últimos lanzamientos. Las influencias del kraut (esta vez incluyendo a Faust) siguen claras.
En lo estrictamente musical, lanzaron en 2009 ‘Animal Crack Box’, triple vinilo que recoge grabaciones en directo de la primera etapa del grupo, y sigue la tónica de esos primeros discos, sobre todo en su gusto por la improvisación. En directo quiere decir sobre el escenario o que fueron improvisaciones grabadas en casa de alguno de los miembros.
Honeycomb /Gotham (2012): Parece que esta vez el EP de canciones que no han entrado en el álbum es un single de dos temas y aparece antes que el propio LP. Aun así, se trata de dos canciones muy escuchables en la vertiente más pop de la banda. El principio de ‘Honeycomb’ simula el inicio de una transmisión radiofónica, espíritu que también sobrevuela todo ‘Centipede Hz’. De hecho, hubiera podido ser un buen comienzo de disco ya que transmite una energía y buen rollo muy parecidos a los de ‘Moonjock’. ‘Gotham’ es más calmada pero incluye una rítmica tribal que la hace distintiva. En una entrevista Panda Bear cita a Burial diciendo que lo que hace pegadizas a las canciones son las percusiones, no la melodía. Vista la importancia y variedad de ritmos que inundan las cuatro cabezas pensantes de esta banda-concepto, sabe de lo que está hablando. 6.
Centipede Hz (2012): En el cuarto disco que el grupo graba con todos los miembros de la formación, las canciones mutan como si formaran parte del oleaje de un mar herziano, sin dejar huecos entre una y otra, como una masa sonora que avanza hacia todos los lados a la vez, muy en consonancia con el trabajo visual que les acompaña últimamente y esa portada en la que una boca parece que va a engullirte y no sabes dónde vas a ir a parar. Buscaban formar un continuo sonoro, como las retransmisiones de la radio, y de hecho ‘Centipede Hz’ está lleno de interferencias radiofónicas. Es más, el propio disco se presentó al público dentro de un formato de sesión radiofónica en My Animal Home, una emisora online del grupo creada para la ocasión donde hemos podido comprobar el eclecticismo de sus miembros y su constante búsqueda de joyas ocultas.
El corte más inmediato en sin duda el single, ‘Today’s Supernatural‘, y a medida que desbrozas las capas del disco encuentras joyas como ‘Applesauce’, ‘Amanita’ o ‘New Town Burnout’. Pero al final te das cuenta de que el resto, un arsenal de temas como ‘Father Time’, ‘Monkey Riches’ o ‘Mercury Man’ no tiene nada que hacer frente a los menos inmediatos de ‘Strawberry Jam’ -el disco más claramente ligado a este-, como ‘Unsolved Mysteries’, ‘For Reverend Green’ o ‘Cuckoo Cuckoo’. Quizá sea que la amalgama de sonidos no deja brillar con su personalidad única a cada canción sino que todas se supeditan al sentido unitario de ‘Centipede Hz’. La parte positiva es esa unidad y la originalidad de la amplia paleta sonora de los cuatro de Baltimore, amén de unas canciones sólidas, aunque se eche en falta un sitio donde poder respirar. 7,5.