El público no sería mucho, pero estuvo totalmente entregado, recibiendo cada canción como si de un regalo se tratase, y es que a los fieles no les quedaba más remedio que superar los contratiempos y disfrutar, como así hicieron, del extenso set que ofrecieron, con el peso recayendo en sus discos más míticos (‘Wings Of Joy’ (1991), ‘Forever’ (1993) y ‘Loved’ (1994)), pero también echando mano de los de la última década, como ‘Future Songs’ (2001), ‘Particles & Waves’ o el citado ‘Cranes’, e incluso rescatando algún corte de sus diversos EPs. Con su inimitable voz, entre etérea y aniñada y la misma capacidad para hipnotizar, Alison era el centro de todas las miradas y estuvo a la altura de las circunstancias al interpretar temas como ‘Beautiful Friend’, ‘Submarine’, ‘Pale Blue Sky’, o ‘Far Away’, envueltos en los atmosféricos sonidos provenientes de su hermano y el resto de la banda. El pequeño gran triunfo de Cranes en Madrid partió precisamente de ahí, de tirar de casta y lograr convencer a los presentes pese a un sonido un tanto defectuoso.
Muy agradecida ante los aplausos y gritos de emoción, Ali no se creía que hubiera pasado tanto tiempo desde la última vez y afirmó que esperaba que no tardaran tanto en volver. En los dos generosos bises que sucedieron a la parte principal del concierto, recordaron su faceta más oscura, con canciones como ‘Heaven Or Bliss’ o ‘Fuse’ y tampoco se olvidaron de dos de sus grandes éxitos (probablemente sus temas más conocidos), como ‘Jewel’ y la genial ‘Everywhere’, con la que terminaron. Si vuelven pronto, que ojalá sea cierto, esperemos que sea en otro recinto. Por lo demás, Cranes dieron todo lo que tenían y merecen todo el reconocimiento y admiración por parte de los que allí estuvimos. 7,5